Ninguna mujer nace sabiendo cómo ser una buena madre, pues es algo que se aprende con la experiencia y la guía de nuestro Padre Celestial.
Cuando tenemos fe y trabajamos diariamente en desarrollarla, creemos ciegamente que Él tiene preparadas cosas buenas para nuestro futuro.
Como cristianos debemos reconocer la importancia de buscar al Señor en la intimidad y de mantenernos en Su presencia constantemente.
Cuando conocemos al Señor y decidimos entregarle nuestra vida, automáticamente nuestros pecados son perdonados y experimentamos la unción del Espíritu Santo.
La Biblia nos enseña que las enfermedades y el sufrimiento que causan forman parte de nuestra condición humana tras el pecado original.
Todo lo que atravesamos, los buenos y malos momentos, son parte de Su plan para nuestras vidas, por lo que las circunstancias no determinan Su bondad ni lo que ya destinó para nosotros.
El objetivo de esta edición es que aprendamos a amar al prójimo, reconociendo que, si primero nos amamos a nosotras mismas como Dios nos ama, podremos compartir ese amor con quien lo necesita.
La Palabra nos enseña que Dios es amor y todos los días, de una u otra forma, nos demuestra que esa es Su esencia.
La envidia se presenta como un sentimiento negativo y destructivo que surge cuando una persona experimenta celos o resentimiento hacia otra por sus logros, bendiciones o posesiones.
Siempre he sentido una profunda admiración por la forma en la que las mujeres aman, cuidan, sirven, administran, apoyan y sustentan a sus seres queridos.