La esperanza y un futuro lleno de plenitud son herencia de Dios, pero solo la vemos cuando reconocemos al Padre de la gloria.
Resulta fundamental que demostremos confianza en nosotros mismos, ya que nos ayuda a valorar los dones y habilidades que Dios nos dio, y a conseguir relaciones saludables.
Compartir lo que Dios ha hecho en nosotros no solo glorifica Su nombre, sino que también fortalece nuestra fe y anima a los que nos rodean.
Con el paso de los años he aprendido que los momentos de intimidad con Él, además de especiales son primordiales para recobrar fuerzas y recibir entendimiento.
No somos una producción en masa, pues fuimos creados por un Dios perfecto, quien nos dio dones y talentos únicos que nos distinguen del resto.
La queja puede parecer algo pequeño, inofensivo e incluso insignificante, pero cuando acudimos a las Escrituras, encontramos que el corazón que se queja corre el riesgo de endurecerse.
Declara que lo que has sembrado trascenderá en una cosecha que alcanzará a muchas generaciones.
Para incrementar nuestra fe y vivir por ella, debemos orar diariamente y ayunar con persistencia.
La Biblia enseña que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Si sientes que no te ves con claridad, no te desalientes, ya que Dios aún está obrando en ti.