El poder del testimonio

El poder del testimonio

Si de alguna forma no nos vamos a avergonzar de Dios, es hablando de nuestro testimonio. Tu vida es tan única que es la riqueza que Dios te dio a ti, es algo propio. Lo que tienes lo has vivido, no te lo inventaste. De la forma que Dios trató contigo fue muy diferente a como lo hizo conmigo. Posiblemente, a lado tuyo hay una persona que empieza a vivir algo que tú ya pasaste. ¿Cómo podrías bendecirlo? Así me empezó Dios a hablar del testimonio.

El Señor me dijo: – ¿Cuál es tu testimonio? Tuve que perdonar, ir a la iglesia, aprender a alabar a Dios, a ofrendar, etc.-. Él me dijo: -No, yo quiero que me digas el primero, por el cual yo soy tu Señor, por el cual me hiciste tu Dios-. Y entonces, comencé a meditar más atrás y el Señor me mostraba que cuando uno no logra ver ese primer testimonio, sino que se distrae con el segundo o tercero, está perdiendo bendición de Dios. Uno comienza a contar del segundo o tercero, y hay una razón, porque en el primero, hay tantas intimidades que uno no quiere avergonzarse ni avergonzar a los familiares. Yo le pregunté al Señor qué más me quería enseñar. Y me dijo: – ¿Cómo fue que supiste que había un Dios?, ¿quién te lo dijo?, ¿por qué hablaste con Él? -. En ese primer testimonio es donde Dios es glorificado, porque nadie puede pelear contigo, ninguna religión, porque no se abren las puertas para nada. Vemos varios testimonios en la Biblia y el que me impresiona y del que les quiero enseñar es el de Juan.

Aquí hay un camino, un patrón que está marcado para nuestra vida, es reconocer que hemos sido enviados por su testimonio, porque la nación necesita de nuestra luz. Muchos de ustedes han compartido su testimonio en sus grupos. Si no lo has hecho, quiero compartir ciertos puntos para que los anotes y puedas irte equipado hoy.

El Señor siempre me hablaba que testificara de eso, y yo me hacía la loca, porque tenía que tocar el punto que mi papá había sido alcohólico. ¿Cómo se dio a conocer en tu vida? Yo no estaba metida en una iglesia, y Él me hizo que pidiera por mi pareja a los nueve años. El segundo contacto, fue cuando recibí la noticia que mi hermano había sido asesinado por los guerrilleros. Nadie me dijo a mí que cuando estuviera enojada, me podía dirigir a Él. Yo le decía: – ¿Por qué no te llevaste a “fulanito”?-.  Y Él en su misericordia me respondió: -Hay un propósito y me vas a dar gracias-. A ese punto quiero que vayas, cuando Dios te guió a que fueras a visitar a alguien y fuiste y recibiste la bendición. ¿En qué condición estabas cuando Él te dijo: “Ve a la iglesia, ve al retiro”? ¿Cómo estabas? A mí me dio consuelo; en tu vida, ¿qué vino a dar?

Un testimonio es dar evidencias, obtener pruebas acerca de algo. Hay muchos ejemplos de cómo Jesús se presenta con sus hijos. Cuando se presentó a los hombres, después de resucitar, les le dijo: “Tengan paz”. Cuando se reveló a la primera mujer en la tumba, le dijo: “Ve y diles lo que ha sucedido”.

Estos son los beneficios de reconocer el poder de tu testimonio:

•    Reconocer el amor y dedicación de Dios a nuestras vidas.
•    Poder ser agradecidos.
•    Poder servirle.
•    Convertirnos en predicadores.

Dale gracias a Dios por tu vida y no dejes de compartir lo que Él ha hecho contigo.