1 Corintios 9:24-27 (RVR1960) dice: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Siempre he dicho que la vida es como una carrera por recorrer y en esta porción de la Biblia, el apóstol Pablo hace una analogía sobre la manera en que, como seres humanos, corremos la carrera de la vida. Esto se asocia muchísimo con el deporte, pues en la mayoría, aunque cada uno tiene sus propias reglas, se suele correr de una u otra forma.
Desde pequeña me han gustado los deportes. En las distintas facetas de mi vida he practicado natación, voleibol, boliche y golf, pero también disfruto mucho ver partidos de fútbol americano y de rugby. He aprendido que para hacer un deporte se necesita disciplina, conocer las reglas del juego y saber que las oportunidades van y vienen, y que no existe la perfección en ninguno de ellos.
La Palabra del Señor nos enseña que la disciplina debe prevalecer en todas las áreas de nuestra vida. Entonces, para correr la carrera de la vida de forma correcta debemos seguir ciertas reglas. La disciplina trae buenos resultados, entre más disciplinados somos, más logros y satisfacción tendremos. En ese contexto, practicar un deporte, tanto los que se juegan individual como los que se hacen en equipo, se vuelve importante porque nos pone pruebas que forman nuestro carácter.
En la carrera de la fe también se nos presentarán pruebas y obstáculos que posiblemente traigan desánimo y tristeza. Sin embargo, somos hijos de un Dios amoroso que nos demuestra nuevas misericordias cada mañana. Sin importar los errores que hayas cometido a lo largo de tu vida, Él nos da la oportunidad de cambiar y de ser mejores para continuar con nuestra carrera.
Jueces 6:1-6 (RVR1960) dice: Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.
Luego, en Jueces 6:10-13 (RVR1960) dice: y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz. Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.
Lo mismo que Dios les dijo a esas personas, me lo dice a mí y te lo dice a ti: esfuérzate y sé valiente. Él desea que corramos la carrera de la vida y que veamos el final como el ángel que se le presentó a Gedeón. Él tiene preparado algo bueno para nosotros, pues nos escogió como Sus hijos y nos dio propósito para vivir.
Si estás empezando en la carrera de la fe, quiero decirte que los buenos amigos, aquellos que bendecirán tu vida y te brindarán ayuda en todo momento los encontrarás en la iglesia, en los grupos de amistad y en lugares positivos. Por otro lado, si ya tienes mucho tiempo de correr la carrera de la fe, te aseguro que tu final será bueno porque lo que Dios te prometió, lo cumplirá. ¡Bendiciones!