En las Noches de Gloria y las reuniones de sanidad organizadas en por Casa de Dios en distintos países, hemos visto muchos milagros que nos han impresionado porque son manifestaciones del poder del Señor. Jeremías 33:6 promete que Dios nos trae sanidad, medicina, paz y verdad, por eso es que me impacta saber que hay personas que se niegan a tomar medicina aunque la Palabra dice que es una revelación del Señor.
Mateo 8:1-4 cuenta el milagro de sanidad de un leproso que se postró ante Jesús, quien deseaba sanarlo y luego le dio instrucciones de ir al templo para ser purificado. Para recibir un milagro debemos acercarnos con humildad a Él porque Santiago 4:6 asegura que Dios resiste a los soberbios y les da gracia a los humildes. Por ello, debemos presentarnos delante de Él con respeto y necesitados de Su amor y deseo de ayudarnos.
Jesús padeció en la cruz del Calvario para darnos sanidad, tal como lo indican 1 Pedro 2:24 e Isaías 53:4 que también nos recuerda sobre los dolores que surgen por el abatimiento del espíritu. La voluntad de Dios es que seamos sanos del alma y del cuerpo, por lo que es importante que nos abandonemos en Sus manos para que nos de salud y restauración.
Cuando recibimos sanidad, debemos escuchar las instrucciones que el Señor nos da, tales como renovar nuestras vidas y alejarnos de lo que nos enferma, ya sea comida, estilo de vida o amistades. De lo contrario, corremos el riesgo de enfermarnos de nuevo. Para recibir milagros debemos presentarnos con humildad delante de Dios, creer que Él desea sanarnos y obedecer Sus instrucciones.
Mateo 8:5-10 cuenta el milagro de sanidad que recibió el siervo del centurión, quien demostró tanta fe que Jesús dijo: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”, por lo que el criado fue sanado en ese momento. En las Noches de Gloria hemos vistos a personas llegar con ropa de otros para que oremos por ellos. Al principio sentía extraño imponer manos sobre algo y no sobre alguien, pero luego, al escuchar los testimonios, me di cuenta de que la distancia no tiene relación con lo que Dios quiere obrar en Sus hijos.
También es importante reconocer autoridad y honrar como el centurión lo hizo al asegurarle a Jesús que solamente era necesario que Él dijera la palabra para ser sano. Dios quiere usarnos para obrar en otros y nos da el poder para hacerlo, solamente debemos creer y utilizarlo.
Mateo 8:14-15 relata que la suegra de Pedro tenía fiebre y Jesús la sanó, por lo que de inmediato se puso a servirles. Esa es una actitud que debemos imitar porque luego de cualquier milagro debe haber servicio. Dile al Señor que estás agradecido por lo que te ha dado y totalmente dispuesto a servirle, pues Él desea que lo hagas.
Atrévete a proclamar sanidad para tu cuerpo y para quien lo necesite. La sanidad es una orden que se da con autoridad y, como hijos de Dios, fuimos ungidos, por lo que debemos estar convencidos de que Él desea usarnos para sanar a otros. Practica y desarrollo la fe, reconociendo que todo es posible para el que cree.