Promesas de Dios

Promesas de Dios

2 Corintios 1:19-22 dice (RVR1960): Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.

Si como creyentes no conocemos las promesas de Dios, ¿cómo nos acercaremos a Él para pedirle lo que necesitamos? Aunque la mayoría de Sus promesas no tienen condición, es importante reconocer que algunas sí la tienen. Noé fue un hombre obediente a la instrucción que Él le dio de construir un arca, una historia poderosa de fe que nos motiva a caminar en confianza plena en Él, tal como Noé lo hizo.

Génesis 8:22 (RVR1960) dice:  Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. El Señor le estaba diciendo a Noé las bendiciones que vería en la Tierra, las cuales formaban parte de Sus promesas. Si tenemos la confianza necesaria para planificar nuestras vidas sobre Su Palabra, no debemos dudar jamás de que Él desea bendecirnos y que cumplirá lo que ya nos prometió.

La Palabra nos enseña que no hay nada imposible para Dios y que una de Sus promesas es que suplirá todas nuestras necesidades si confiamos plenamente en Él. Ninguna situación difícil que atravesemos puede generarnos desconfianza en Él, ya que Él nos sacará de cualquier problema que se presente. En lugar de dudar, debemos confirmar la obra de la Palabra en nuestras vidas en todo momento.

Sus bendiciones son mucho más grandes de lo que imaginamos. Él creó el entorno en el que diariamente nos desarrollamos, por lo que Su presencia nos acompañará en todo tiempo. Es importante que conozcamos Su Palabra para que podamos declararla a favor nuestra. Hay bendiciones en el cielo que son nuestras, por lo que debemos pedirlas con constancia para que se cumplan.

En la Tierra, Dios desea equiparnos para que seamos buenos embajadores de Su presencia, por lo que, lo primero que trabaja con nosotros es nuestra fe en Sus promesas. Isaías 55:11 (RVR1960) dice: Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. La Palabra es una semilla poderosa que es sembrada para que dé mucho fruto, pues trae vida en abundancia, consuelo, salud y beneficio.

Pídele al Señor sabiduría para hablar lo correcto y a cree plenamente que Él desea lo mejor para nosotros y que pronto verás Sus promesas cumplidas. ¡Bendiciones!