Es de vital importancia saber que existe una oración que hacemos a solas, pero también una en la que necesitamos que alguien más nos acompañe a hacerla. Hechos 4:31 es un ejemplo de ello: Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Desconocer la diferencia entre estas formas de oración es un error que inconscientemente cometemos y que muchas veces hace que nuestra oración no funcione. Nuestro Padre es un Dios de orden, es por ello que nos ha dado lineamientos sobre cómo orar, qué oración usar y en qué Palabra respaldarnos. Para recibir lo que esperamos debemos aprender a pedirlo porque dice Su misma Palabra que pedimos mal para nuestros deleites.
La oración de intercesión en intensa, permanente y profunda, y no desiste sino hasta sentir la victoria de parte de Dios. ¿Cuánto poder tiene una oración? Santiago 5:16 dice: Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. ¡Qué bendición! El fruto es que podamos ser salvos porque dice que la oración eficaz del justo puede mucho.
1 Juan 5:14-15 dice: Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Orar es un aprendizaje y Jesucristo es nuestro maestro por excelencia. Nuestra forma de pedir y capacidad de recibir determina lo que Dios puede darnos. Es por ello que se vuelve necesario producir fruto, pues cuando el cielo da, la tierra fructifica. Toda bendición implica responsabilidad y servicio.
Aprende a compensar tus debilidades con oración para obtener lo que tus fuerzas humanas no pueden alcanzar. La oración eficaz otorga poder. El mensaje de tu oración debe ser: “Señor, dependo de ti, obra en mi vida”. Nuestra actitud en oración debe ser con fe y autoridad sabiendo que Dios nos oye, por lo que nos va a responder. Ya no funcionan las oraciones condicionales, sino las que llevan determinación y fe.
Para orar y pedir debemos demostrar que tanto nosotros como nuestra fe son auténticas. Si tienes dudas, pídele al Señor que te enseñe a orar sin doble ánimo y lejos de las pasiones terrenales, pues comprenderlo hará que desaparezcan las frustraciones que existen en tu disciplina de oración. Algunas personas me han dicho que llevaban muchos años orando por algo específico y que no escuchan respuesta, esto sucede cuando oramos mal y desconocemos la intercesión. Por eso es importante comprender la diferencia entre una y otra, ya que de esa forma evitaremos las frustraciones.
La oración de fe es eficiente y efectiva y nuestro mayor capital, así que debemos cuidarla y administrarla para que sea el fundamento de nuestra vida. La oración es además un ejercicio que se perfecciona, es por ello que debemos doblegarnos y consagrar nuestra voluntad para que se haga lo que Él ordena. ¡Confía porque Dios cuida de ti!
Practicar la oración en el espíritu ejercita nuestra obediencia y confianza en el Señor. 1 Corintios 14:14-15 dice: Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Orar en el espíritu es importante, pero lo es más aún orar en el entendimiento.
Pídele al Señor que te enseñe a orar y a interceder en Su nombre. Medita en Lucas 11:9-10 que dice: Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Si oras en el entendimiento y en el espíritu, el Espíritu Santo te guiará por todo lo que tienes que pedir. ¡Confía! El Señor te quiere escuchar y conceder las peticiones de tu corazón.