Mateo 6:5-6 dice: Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
El Señor nos pide que nos mantengamos en intimidad con Él, pues reconoce la importancia de estar en Su presencia, por lo que nos dice que lo hagamos en intimidad y no como los hipócritas que oran para que los demás los vean. Él sabe que tenemos necesidad de orar y estar en Su presencia un tiempo largo.
Watchman Lee fue un predicador y un hombre que escribió mucho acerca de la oración; cuando falleció, hace varios años, las personas que hallaron su cuerpo se sorprendieron al descubrir un hallazgo en sus rodillas, las cuales estaban gruesas y ásperas como la piel de un elefante. Él paso horas y horas en la presencia del Señor en oración, por lo que sus rodillas quedaron así.
Lucas 18:1-8 dice: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que, viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Si tu necesidad es grande, tienes que orar siempre sin desmayar en la intimidad con el Señor. Cuando cierras la puerta, empiezan a ocurrir milagros, ya que te aíslas del mundo exterior para estar a solas con Él.
Ten la seguridad de que tus armas no son carnales, sino espirituales. El diablo ya no podrá contigo, pues está inhabilitado y ya no podrá decir nada en contra de ti porque lo tienes bajo tus pies, así que usa tus armas porque Él ya te las dio. Como creyentes tenemos que tener la seguridad de que somos Sus escogidos y redimidos, pero debemos incluir esas declaraciones en cada una de nuestras oraciones.
1 Juan 3:8-10 dice: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
En el momento de tu oración, hay dos grandes fuerzas opuestas: la del bien y la del mal. ¿De qué lado quieres estar? ¿De este o dándole libertad al enemigo?