La Palabra del Señor nos da ejemplos de mujeres excepcionales cuyas acciones podemos imitar. Una de ellas es Sara, quien empezó a experimentar una vida espiritual extraordinaria a partir de los 70 años. ¿Puedes imaginarlo? ¿Cuántas de nosotras quisiéramos esperar 70 años para ver el poder del Señor? Creo que ninguna, ¿o sí? Si cuando conocí a Jesús antes de los 15 años lo primero que pensé fue: “Pero ¡cómo no lo conocí antes!” Definitivamente, Sara debió tener cualidades extraordinarias que agradaran a Dios para que hoy, muchos años después, aún se hable de ella. ¡Ella es la madre de Israel! Su historia empezó con una promesa y terminó con victoria.
Sara es fundadora de una familia muy especial. El Señor bendijo a sus descendientes y esa promesa está en nosotros hasta el día de hoy. Él quiere que en tu familia haya personas extraordinarias que le sirven a Él. Si nuestro Padre te ha llamado, puedes estar segura de que tus descendientes serán bendecidos. Sara no empezó una familia como cualquier otra, sino una nación entera, y quiere hacer cosas igual de grandes contigo.
A veces creemos que cuando somos obedientes y pacientes no siempre hay fruto, pero olvidamos que Dios lo prometió. Nuestras dudas se van cuando escuchamos su voz. La promesa del nacimiento de Isaac le dio esperanza a Sara aun cuando ella empezó a hacer la voluntad del Señor siendo una anciana. ¿Has pensado en la promesa que te mantiene firme y decidida a pelear por tus batallas?
Dios nunca te dejará sola y desamparada. Nunca te dejará en la oscuridad. Sara fue entregada a Faraón, pero Dios sabía que no podría estar con nadie más porque era fiel con la promesa que tenía para ella, por eso la protegió y nunca la desamparó. Por eso puedes estar segura de que Él nunca te defraudará, su fidelidad consiste en cumplir las promesas que ha hecho a tu vida, pero desea que seas constante, agradecida, que creas en la familia y en tu nación.
Te motivo a dar gracias por tu llamado de servicio, por tu familia, por tu iglesia, por las personas que te rodean y por tu país. Tu futuro será de paz y bendición porque nuestro Padre es fiel y para Él nada es imposible.