El matrimonio es una carrera preciosa, aunque difícil y es voluntad de Dios que permanezcas casado, seas fiel a tu pareja y a tu iglesia. Todo matrimonio pasa por diferentes etapas. Cada una con sus dudas y conflictos por resolver. Para lograr superarlas necesitamos la ayuda del Señor.
La primera es la del amor joven de los dos años iniciales. Se responde las preguntas: ¿Pueden dos personas independientes llegar a ser una?, ¿quién manda?, ¿tu cerebro afecta tu experiencia sexual? La primera prueba para superar es la acomodación de dos personalidades y herencias diferentes. Esta etapa se caracteriza por el entusiasmo y excitación, es un ciclo de aventura. Las personas que han vivido dos o tres divorcios, generalmente se estancan en esta etapa, sólo les gusta el amor joven y no son capaces de fortalecer una relación perdurable.
La segunda etapa es la del amor realista de los tres a los diez años de matrimonio. Las preguntas para responder en esta etapa son: ¿Puedes seguir enamorado con la realidad que se impone?, ¿puedes escribir un nuevo contrato matrimonial?, ¿se puede edificar un matrimonio a prueba de niños? Debemos enfrentar la realidad que supera a la fantasía de los primeros años. También nacen los hijos y se comienza a lidiar con el conflicto que implica dividir la atención entre el cónyuge y ellos. Nuestra pareja merece un lugar privilegiado por sobre los hijos, el trabajo o los pasatiempos favoritos.
La tercera etapa es la del amor confortable entre los once y veinticinco años de matrimonio. Las preguntas por responder son: ¿Puedes mantener tu identidad individual en el matrimonio?, ¿puedes resistir el síndrome de ahora o nunca?, ¿puedes perdonar?, ¿está preparado para las pérdidas?, ¿quién manda, el adolescente, el esposo o tú?, ¿pueden satisfacer su necesidad de intimidad? El síndrome de ahora o nunca es clave en esta etapa donde la relación se cuestiona y muchas veces surge la frustración que conlleva al divorcio. Equivocadamente se piensa: “voy a intentarlo de nuevo con otra persona, seguramente lo lograré”.
La cuarta etapa es la del amor renovado de los veinte y seis a los treinta y cinco años de matrimonio. Sus cuestionamientos son: ¿Pueden sobreponerse a las flechas y dardos de la fortuna?, ¿pueden ser compañeros?, ¿es posible recuperarse del dolor por las pérdidas de esta época? La pareja de nuevo se queda sola, redescubriendo su afinidad y aprendiendo a disfrutar el tiempo juntos.
La quinta etapa es la del amor trascendente de los treinta y seis años de matrimonio en adelante. Las preguntas que deben responderse son: ¿Será la jubilación una gracia o una desgracia?, ¿pueden renovar la intimidad?, ¿pueden lograr perspectiva trascendente?, ¿pueden asumir la vida que Dios les ha dado? Los años que te quedan son los que tienes para disfrutar de tu pareja.
Pídele al Señor que te ayude a amar incondicionalmente, que el amor en tu matrimonio crezca y se fortalezca. Aprendan a superar juntos las etapas de su relación y avanzar hacia la vida plena que nuestro Señor tiene diseñada.