Él te guiará hacia la verdad

Él te guiará hacia la verdad

Juan 16:5-11 (RVR1960) dice: Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Jesucristo tenía que cumplir el propósito que le fue asignado: morir en la cruz del Calvario para darnos la oportunidad de salvación. Él es Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo, y sabía que como hijo iba a morir y, por consiguiente, se iba a separar de Sus discípulos, por lo que les pidió dejarlo todo para seguirlo y evitar el pecado para darles restauración y vida eterna.

Juan 16:12-15 (RVR1960) continua: Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Dios es dador de vida, de consuelo, de gozo y de paz. Él nos otorgó espíritu de amor y de dominio propio, por lo que debemos dar testimonio de lo que Él ha hecho para que otros crean en Su gran poder. Cuando atravesamos la difícil prueba de perder a un ser amado y no tenemos al Señor en nuestras vidas, se vuelve un martirio, pues solo en Él encontramos el consuelo para continuar.

La tristeza profunda puede llevarnos a fuertes episodios de depresión y ansiedad, sentimientos que, si no se manejan correctamente, pueden llevarnos al abandono, pero la Palabra del Señor nos enseña que en Él encontramos libertad. No sé si has estado oprimido por la partida de un ser querido, por una enfermedad o por una situación familiar o financiera complicada, pero lo que sí sé es que solo en Él encontrarás la salida para vivir bien y disfrutar cada día.

Hechos 1:8 (RVR1960) dice: Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Debemos esforzarnos en compartir la Palabra de Dios con todas las personas que nos rodean, sabiendo que el Espíritu Santo hará que penetre hasta lo más profundo de quien la escucha.

Solo en Él encontramos las respuestas, el consuelo y la paz sobrenatural que necesitamos en momentos de aflicción. Deja que el Señor obre en tu vida y te transforme para que te levantes y testifiques lo que ha hecho. Aunque en momentos de dolor suele pesar más lo negativo, te animo a que te enfoques en lo positivo: Sus promesas y la recompensa de ser obedientes.

La oración tiene poder, así que acércate a Dios confiadamente, ábrele tu corazón y cuéntale tus necesidades y ora por quien lo necesita. Recuerda que el Espíritu Santo es la promesa de nuestro Padre Celestial y es un regalo inmerecido para la humanidad que Él quiso darnos para que intervenga en nuestras vidas y nos guie hacia la verdad. ¡Bendiciones!