El corazón del intercesor

El corazón del intercesor

Filipenses 1:8-9 dice: Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento. Este es el ejemplo del apóstol Pablo, la mayoría de sus epístolas inician así: haciendo ver que está orando por nosotros.

Interceder es una responsabilidad que todos los discípulos del Señor debemos asumir. Un intercesor es quien se coloca entre Dios y otra persona; para serlo es necesario amar al prójimo e interesarse en sus problemas, mantener una profunda comunicación con Él y estar dispuesto a tomar el lugar de la persona por la que se ora.

El Señor siempre busca a personas dispuestas a ponerse a la brecha. Ezequiel 22:30-31 dice: Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor. El intercesor se interpone entre Dios y quienes merecen Su justa ira o castigo, parándose a la brecha por ellos y clamando a Dios misericordia y perdón.

Jesús como intercesor es nuestro abogado ante el Padre. Todo intercesor debe negarse a sí mismo, lo cual únicamente puede lograrse a través del Espíritu Santo, pues solo Él puede tomar el control y otorgar la fe que necesitamos en Cristo Jesús. Asimismo, el intercesor se mantiene peleando porque sabe que su lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo y contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Los intercesores poseen cualidades innegables: 1. Se identifican con los problemas ajenos porque buscan construir muros de justica. 2. Buscan dar amor, pues se preocupan por las personas y oran a su favor. 3. Reconocen y se someten a las autoridades porque en algún momento la ejercerán. 4. Poseen la correcta disposición. 5. Están libres de enojo y tienen dominio de sus emociones. 6. Tienen plena consciencia de que interceder no es un llamado, sino un deber de todo creyente.

Efesios 6:10-11 dice: Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. La Palabra nos enseña que debemos estar dispuestos; que vendrán pruebas, enfermedades y tentaciones, pero que debemos fortalecernos en el Señor y en el poder de Su fuerza porque necesitamos la Salvación en nuestra vida.

Interceder es una tarea importante para llevar la Salvación a las personas a través de Jesucristo. Dios te escogió y llamó para ser un intercesor, así que no esperes que llegue a tu vida una necesidad muy grande para que te pongas a la brecha.

Un intercesor debe ser responsable de alcanzar su objetivo. Permanece en actitud de oración todo el tiempo y en la perfecta voluntad de Dios. ¡Santifícate, pide ayuda y ama a quienes te ofenden para luego ayudar a los demás!