El compromiso en el matrimonio

El compromiso en el matrimonio

Cuando hablamos de matrimonio hablamos de sacrificio, compañerismo y de un amor que crece y madura. Como seres humanos, todos queremos encontrar a un compañero con quien compartir nuestras ilusiones, sueños y metas; y que además nos ame y nos corresponda.

1 Corintios 7:1-2 dice:En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”.

Este versículo nos enseña que desde hace muchísimo tiempo ya había un desorden y Pablo se tomó la molestia de escribir todo lo que pudo ver y que no le agradó, por lo que explica lo que deben cumplir tanto el hombre como la mujer.

1 Corintios 7:6-7 continúa: “Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro”. Asimismo, 1 Corintios 7:17 dice: “Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias”.

Como líder espiritual quisiera que todas las parejas sean perfectas, pero vivimos en un mundo imperfecto. Sin embargo, el Señor me ha enseñado que Él desea que tengamos un orden y, sin importar el número de relación en el que te encuentres, busca restaurarte. Como seres humanos debemos enfocarnos en cuidar y poder nuestras relaciones, y que perdonemos de corazón cualquier herida causada.

1 Corintios 7:32-33 dice: “Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer”.

El Señor hoy nos dice que en cualquier estado en el que estemos. Él puede hacer milagros.  Sobre esto encontramos un ejemplo en Juan 4:7-18 que dice: “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”.

Esta historia impresiona muchísimo porque nos muestra cómo Jesucristo volvió a romper con toda tradición y tuvo misericordia de una mujer. En Su soberanía, y como hijo de Dios, Él sabía qué necesidad tenía ella; quiso reafirmar lo que había sido un problema en su vida y rescatarla para que no se quedara en cautiverio.

Es muy destacable que la mujer contestara con la verdad, lo cual nos enseña que la verdad es necesaria en todo matrimonio y delante de Dios. La misma Palabra nos enseña que la verdad nos hace libres, ya que, si mentimos, esto normalmente se volverá una cadena que será difícil de terminar.

Te animo a que seas sincero con Dios, quien envió a Su Hijo para bendecirnos y demostrarnos que se preocupa por nuestras necesidades. Si te acercas a Él y estudias Su Palabra con constancia y disciplina, Él traerá restauración a tu vida, tal como lo hizo con esa mujer. Él anhela bendecir y restaurar tu matrimonio, por lo que debes permitir que sea parte de tu vida.

Cuando lleguen las dudas, diferencias y problemas a tu relación, ten en cuenta que el Señor puede restaurarla.