Todo es posible al que cree y honra al Señor, obedece Sus instrucciones con humildad e intercede por otros para que reciban su milagro.
En las Noches de Gloria y las reuniones de sanidad organizadas en Casa de Dios hemos visto muchos milagros. Todos me impresionan porque son manifestaciones del poder del Señor. Jeremías 33:6 promete que Dios nos traerá sanidad, medicina, paz y verdad. Por eso me impacta saber sobre personas que se niegan a tomar medicina aunque la Palabra dice que es una revelación del Señor. Si conoces alguien que no cree en la medicina, ¡muéstrale estos versículos!
Mateo 8:1-4 cuenta el milagro de sanidad de un leproso que se postró ante Jesús que deseaba sanarlo y luego le dio instrucciones de ir al templo para ser purificado. Para recibir un milagro debemos acercarnos con humildad porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Así que debes presentarte ante Él con respeto, como una persona necesitada que sabe de Su amor y deseo de ayudarnos. No puedes acercarte ante Su presencia con arrogancia y prepotencia, como algunos que dicen: “Iré a la iglesia, a ver si funciona”.
Nunca olvidemos que el mismo Jesús padeció en la cruz para darnos sanidad. La voluntad de Dios es que seamos sanos del alma y del cuerpo. Ríndete en Sus manos para que te de salud y restauración. Cuando recibes sanidad, debes escuchar las instrucciones que el Señor te da. Renueva tu vida y aléjate de lo que te enferma, ya sea comida, estilo de vida o amistades. De lo contrario, corres el riesgo de enfermar de nuevo. El proceso para recibir tu milagro es: preséntate con humildad, cree que Dios sí quiere sanarte y obedece Sus instrucciones.
La suegra de Pedro tenía fiebre y Jesús la sanó. Entonces, ella de inmediato se puso a servirles. Esa es una actitud que debemos imitar porque luego de cualquier milagro debe haber servicio. Dile al Señor que estás agradecido por lo que te ha dado y estás dispuesto a servirle. Él quiere que lo hagas.
Atrévete a proclamar sanidad para tu cuerpo y para quien lo necesite. La sanidad es una orden que se da con autoridad. Eres un ungido y debes estar convencido que el Señor desea usarte para sanar a otros. Practica la Palabra de fe y cree que será hecho conforme a tu mandato porque todo es posible para el que cree.