Mateo 13:1-9: “Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”.
Todo campo para sembrar debe tener un camino. Mediante esta parábola, el Señor me mostró a muchas personas que han sembrado semillas junto al camino, pero que, con el tiempo, le han salido espinos, y otras que han tenido la gran bendición de recibir el fruto de la semilla cosechada. Como creyentes, debemos entender que quien siembra la semilla en nosotros es nuestro Padre Celestial, pero somo nosotros quienes debemos hacer que fructifique, viviendo la Palabra.
El Señor nos ha rodeado de amistades y líderes espirituales que ya han sembrado una semilla poderosa en cada uno de nosotros. Cuando tenía alrededor de 10, una amiga muy cercana sembró esa semilla en mí, que hasta este momento de mi vida, sigue dando fruto. Hay muchas personas que ya tienen la semilla, pero no dan fruto porque no encuentran profundidad, la cual, únicamente se alcanza siendo constantes en nuestra relación con Él y estudiando Su Palabra.
El Señor ya nos prometió que seremos buena tierra para la semilla que ya fue depositada en nosotros, la cual dará muchísimo fruto porque posee valor y fue diseñada para ello. Es necesario que nos esforcemos en aprender y vivir Su Palabra porque es la base para combatir los afanes, las preocupaciones, el orgullo, las mentiras, engaños, celos y todo lo que no nos hace bien.
Marcos 4:11-12 dice: “Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados”.
Este es un buen momento para que creas que el Sembrador está sembrando la semilla en ti, la cual, luego de varios años, seguirá fructificando. La Palabra nos enseña que lámpara del cuerpo es el ojo cuando es bueno, pero cuando es maligno, el cuerpo está en tinieblas. Él activó nuestros oídos para que guardemos Su Palabra y demos fruto.
Oro para que la semilla que está dentro de ti siga fructificando y para que seas un instrumente de Su gran amor, sembrando en alguien más. Él ya abrió nuestros ojos y oídos de forma sobrenatural, por lo que, aunque la vida nos muestre distintos campos y caminos, debemos recordar que fuimos llamados a ser buena tierra.