Filipenses 3:13-14 dice: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
No sé qué es lo que te ha estorbado a ti, pero es importante que lo dejes atrás en el momento en el que provoque obstrucción, molestia e inquietud. Quizá hubo una ofensa, una pérdida familiar como me sucedió a mí, o una mala experiencia con algún negocio o relación, lo cual en la actualidad te está estorbando.
El Señor nos ha dado la habilidad de olvidar, por lo que, si grabas en tu mente pensamientos positivos o si realizas alguna acción alegre, sin duda se opacarán las tristezas y frustraciones guardadas. Dios nos ha creado de esa forma para olvidar las cosas malas que nos suceden.
En la Biblia vemos varios ejemplos de personas que no tomaron las mejores decisiones y tuvieron consecuencias que les cambiaron la vida, por ejemplo: el rey Saúl, quien no obedeció las palabras del profeta Samuel y perdió su corona; y Judas, quien vendió a Jesús por 30 monedas de plata y perdió su salvación y el privilegio de ser llamado apóstol de nuestro Señor Jesucristo.
Lo primero en lo que debemos trabajar para que lo malo quede atrás es en tomar buenas decisiones. Cuando tomamos malas decisiones siempre habrá consecuencias a largo plazo y cuesta muchísimo tener la paciencia para volver a recuperar todo lo perdido, mientras que una buena decisión trae consigo bienestar. Estudiar la Palabra del Señor, escuchar prédicas, apartar tiempo para orar e interceder, cambiar música que nos puede contaminar y en su lugar reproducir una adoración a Dios… Todos estos son ejemplos de buenas decisiones.
Nuestras decisiones siempre tendrán consecuencias, por lo que debemos procurar que sean buenas. Definitivamente hay cosas del pasado que estorban y que hay que dejar ir porque no traen nada bueno a nuestra vida. Tienes que dejar de buscar lo que no edifica y para ello debes detectar qué afecta tu presente y te impide avanzar hacia el plan de Dios.
También es importante que quites las cargas, penas y culpas que estén sobre tus hombros porque no permiten que sigas adelante. Es un buen momento para que lleves delante de Dios todos los sentimientos de odio, fracaso, miedo y las heridas del pasado que se encuentran estancadas en tu interior, pues lo malo siempre busca repetirse e incomodar. El Señor quiere que estés completamente en Su reino. Te da la habilidad y el don de trabajar y la inteligencia para ser un emprendedor y alcanzar el éxito con lo que haces, pero primero desea que le sirvas.
Los planes de Dios son mejores que los nuestros porque son buenos y agradables. Las cosas del mundo son pasajeras, mientras que Su Palabra permanecerá todo el tiempo, así que pon tus ojos únicamente en Él porque todo lo pasado quedó atrás. La bendición que el Señor nos dio fue tener una mente y una memoria poderosa que debemos llenar de Su Palabra.
Romanos 12:2 dice: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.