Mateo 12:43-45 dice: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.
Este versículo nos enseña por qué hay ciertas reacciones y manifestaciones en las personas. Es un espíritu que busca a qué cuerpo meterse para hacer daño. ¿De qué forma puede estar un cuerpo vacío? Cuando no tiene a Dios como su Señor y Salvador, entonces ese espíritu se mete a los cuerpos a hacer daño y para atacar de diferentes formas. Si una persona está llena del Espíritu Santo, Él dice que no le hará nada y que regresará a donde salió.
Hay manifestaciones que nos enseñan cómo es la conducta de las personas que están oprimidas y poseídas por el diablo. Lo malo del mundo viene de Satanás y de sus demonios, mientras que todo lo bueno viene de Dios. La enfermedad, la pobreza, la violencia, el hambre, las guerras y los pleitos, por ejemplo, son consecuencias de lo que Satanás y sus huestes hacen a través del cuerpo físico y de la mente de los hombres.
La Biblia nos enseña que los demonios son seres caídos que solamente pueden operar en el reino espiritual, por lo que necesitan un cuerpo para manifestarse y hacer daño. En el mundo espiritual es posible escucharlos y sentirlos porque ejercen presión sobre las personas, pero dentro del cuerpo físico alcanzan todo su poderío porque pueden actuar con libertad. Es por ello que persiguen y acechan al hombre. ¡No podemos dejar que eso pase en nuestras vidas!
Muchas de las películas actuales están tratando de imitar lo que puede pasar en nosotros, pero no llegan a la realidad: tenemos un enemigo que nos quiere destruir, pero existe un Dios que nos quiere proteger. El Señor nos ha dado potestad y poder para que en Su nombre echemos fuera al enemigo. Tenemos autoridad, pero Satanás nos hace creer que somos débiles porque sabe que cuando el pueblo de Dios ejerza la autoridad que se le ha dado, no podrá oprimir ni dominar a nadie.
Lucas 9:1-2: Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. ¡Tenemos esa autoridad! Satanás busca derrotarnos y humillarnos manteniéndonos presos con cadenas de pobreza, enfermedad, alcoholismo, violencia, incesto, drogas, corrupción, robo, asesinato y temor, entre muchas otras. Él no quiere que veamos la autoridad que tenemos en Cristo Jesús porque se cumplirá lo que Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
Intercedamos con la autoridad que Dios nos ha dado y protejamos nuestra autoridad, la de nuestros seres queridos y la del mundo entero. No te descuides porque el día de la batalla siempre llega y no debe tomarte desprevenido. Efesios 6:12 dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Algunas de las situaciones especificas por las que necesitamos interceder inmediatamente son por el matrimonio, hijos, prosperidad, provisión y empleo, así como contra la depresión, adicciones y aborto, entre otras. Mateo 12:29 dice: Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. Esto significa que para liberar a una persona debemos saber qué clase de mal sufre para enfrentarlos conforme a la Palabra de Dios. Un vez atado podremos saquear sus bienes y eliminar esas manifestaciones para liberar a la persona.
Hay espíritus contra los que tenemos que batallar: espíritu de enfermedad, de mentira, del anticristo, de esclavitud, de temor, de angustia, de celos, de adivinación, de altivez y espíritu de fornicación, entre otros. Por ejemplo, las manifestaciones del espíritu de mentira son los delirios, falsas apariencias, fraude, engaño, insinuaciones, exageraciones, adulación, intriga, palabras vanas, hipocresía, religiosidad, condenación e imaginaciones. Juan 8:44 dice: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
¡Dios nos da la autoridad para ayudar a las personas a salir de las prácticas! ¡Aprovechémosla!