Después del nacimiento de mi primera nieta el Señor comenzó a hablarme sobre la importancia de pensar en nuestras siguientes generaciones y de lo imprescindible que es atender a nuestra familia para garantizarle un buen futuro.
Luego de 20 años de construcción, cuando Salomón terminó el templo que su padre David había planificado, hizo una oración de intercesión por las personas que entrarían en él para que Dios escuchara y perdonara. Además levantó una ofrenda increíble y después hubo una gran fiesta durante catorce días. Dios le respondió y aseguró que había escuchado su oración y que habitaría la casa que había edificado. Además, hizo un pacto con él al decirle que si obedecía como David, su descendencia reinaría en el trono de Israel. ¡Nuestro Padre es Dios de pactos y se preocupa por nuestra descendencia!
Debemos tomar buenas decisiones, ya que una mala decisión provoca consecuencias durante generaciones porque los patrones de conducta se repiten. Lo vemos en el error que Abraham cometió en Egipto por temor al decir que Sara era su hermana y que tiempo después cometería su hijo Isaac con su esposa Rebeca ante los filisteos. Ambos hicieron lo mismo: el patrón de conducta se repitió. Por eso debemos dar buen ejemplo como semilla que luego cosecharán nuestras futuras generaciones. Esto debe suceder en nuestra casa y en el liderazgo, porque al comprometernos a formar personas, extendemos nuestra familia y nos convertimos en padres espirituales de quienes nos siguen e imitan.
¡Trabajemos para ser buen ejemplo! Para ello es indispensable que tomemos en cuenta algunos puntos:
Decídete a luchar por el bienestar de tu familia, ya que su futuro depende de tus decisiones. No podemos permitir que nuestros hijos sean burlados, confundidos y busquen a otros dioses. Nuestras generaciones venideras también servirán al Señor, serán líderes comprometidos que honrarán nuestro pacto y darán continuidad a la obra que Dios nos ha encomendado. Tenemos una responsabilidad muy grande porque nuestro Padre ha sido bueno, nos ha tenido paciencia y ha sido misericordioso. Su promesa es bendecir a nuestras generaciones si les enseñamos a amarlo y servirle de corazón.
Hay un futuro de bien para ti y para tu descendencia porque están bajo la protección y el cuidado del Padre Celestial.