Lucas 4:16-23 dice: Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José? Él les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.
Este fragmento de la Biblia nos muestra que Jesucristo estaba leyendo delante de la sinagoga lo que Dios había prometido a su vida: que el Espíritu Santo estaría con él y que sería confirmado como Su Hijo y como el verdadero Dios que además quiere salvarte a ti y a mí. Esta Palabra se ha cumplido en todos nosotros y eso es lo que sucede con un avivamiento.
En un avivamiento el Señor quiere que haya una transformación en nuestras vidas, sanar todas las heridas y que nos levantemos para predicar sobre Jesucristo, pues Él nos activa para llevar la salvación a las demás personas. Un avivamiento tiene un propósito puntual: que vivamos una vida especial.
Hay momentos extraordinarios en los que Dios se quiere dar a conocer en nuestra vida y tenemos que ser humildes y reconocer que Él es el que quiere obrar en nosotros. Posiblemente se está acercando a tu vida y quizá ya reconoces esos momentos en los que te ha dado instrucciones y te ha dicho algo especial para que hagas, pero lo has ignorado. Sin embargo, el avivamiento va mucho más allá.
Hechos 1:4-8 dijo: Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Él sigue bendiciéndonos y guiándonos por medio de Su Espíritu Santo. Vivir un avivamiento es creer en lo que Dios hizo con Su Hijo. ¿Cuál es nuestra misión? Necesitamos oír esas instrucciones. Cuando nosotros estamos en un avivamiento es porque hemos visto el resultado a la obediencia.
Hechos 2:1-4 dice: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
No sé qué instrucciones te dio el Señor ya, pero esta Palabra nos enseña que hay una promesa y una recompensa, y que para vivir en avivamiento tenemos que ser más obedientes que nunca. Si no has recibido alguna instrucción, te aseguro que muy pronto llegará porque Él te quiere usar a ti para Su propósito en este tiempo.
Muchas veces no vemos el poder de Dios manifestarse en nuestra vida porque no somos obedientes por miedo o por temor, pues creemos que nos irá mal o simplemente no nos gustó la instrucción que recibimos. Tenemos que entender y estar conscientes de que Él nos ha dado una gran misión: ir y hacer discípulos.
Mateo 7:11 dice: Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
El amor de Dios está en nuestra vida y Él sabe que, si lo creemos, podemos ser prósperos en lo material. Él anhela bendecirnos en lo material también porque cuando somos bendecidos en esa área, podemos dar testimonio de un Dios que desea lo mejor para Sus hijos.
Dios quiere usarnos para ser ejemplo, pero tenemos que ir delante del Él, ser pacientes y pedirle que restaure nuestro corazón para que haya arrepentimiento genuino. Si tú vas con esa actitud delante del Señor, cosas extraordinarias llegarán a tu vida. Lo único que debes hacer para experimentar un avivamiento es creer en Él para que todo aquello que esté muerto en ti, sea reavivado.