Todos conocemos personas que aman celebrar su cumpleaños a lo grande, otras que prefieren conmemorarlo con algún almuerzo o cena rodeado de los seres más cercanos y otras que prefieren pasar su día como cualquier otro. Cumplir años significa cerrar un nuevo círculo de vida, por lo que sí es un motivo de celebración, pero sobre todo de agradecimiento.
En la actualidad se venera demasiado la juventud, cuando todas las etapas de la vida deberían ser igual de amadas y respetadas porque cada una tiene un propósito y en cada una se disfruta de diferente manera. Debo admitir que cada vez más me está gustando hacerme mayor y celebrar mi cumpleaños porque cada día que pasa me siento mejor conmigo misma y orgullosa de la mujer en la que me he convertido.
Me siento feliz de poder decir sin tapujos los años que he cumplido, ya que ha sido tiempo vivido, disfrutado, compartido, amado, llorado, aprendido, crecido y más que bendecido. Cada 19 de mayo que Dios me ha permitido celebrar es un recordatorio de que sigo aquí y que mi propósito en la Tierra aún no termina, por lo que cada vuelta al sol me esfuerzo aún más en llevar las Buenas Nuevas a quienes aún no las conocen, en interceder por la familia, la iglesia y las naciones, y en vivir conforme a la voluntad de Dios.
Dicen que la mejor edad es cuando dejamos de cumplir años y empezamos a cumplir sueños. Por supuesto que a la edad en la que yo me encuentro, las arrugas, las canas y los eventuales achaques se vuelven inevitables; sin embargo, he aprendido a amarme y aceptarme en todas las etapas de mi vida, reconociendo mi identidad en Dios. Me siento muy afortunada por llegar a esta edad y continuar compartiendo con miles de personas lo que la escuela de la vida me ha enseñado.
Hoy más que nunca me siento agradecida por contar con una familia realmente increíble, con salud, con amigos incondicionales, con un trabajo que amo y por pertenecer a una iglesia que acepta a todas las personas tal como son. Mañana es mi cumpleaños y ya estoy recibiendo muchísimas muestras de cariño y afecto que me llenan el corazón de alegría y me hacen sentir plena y especial.
Recuerda que la vida es el regalo más bello que Dios nos dio, por lo que, sin importar la edad que tengas, sé intencional en disfrutar cada instante junto a las personas que más amas y en desempeñar cada tarea que tengas con amor y dedicación; para que cuando ya no estemos carnalmente en esta Tierra nos recuerden por lo bueno que hicimos.
¡Muchas gracias por celebrar conmigo un año más de vida y por bendecir mi futuro!