Con el paso de los años y tras varios sucesos que me ha tocado vivir he aprendido lo transcendental que puede ser la niñez en la vida de todas las personas. Sin duda alguna, los efectos colaterales de una buena o mala infancia pueden trascender de forma inimaginable, a mí me pasó. Sin embargo, siempre me he aferrado a la Palabra de Dios que dice que Él puede restaurar todas las áreas de nuestra vida porque se perfecciona en nuestras debilidades.
Muchas veces no comprendemos lo que sucede en nuestra vida hasta que somos confrontados con ese niño herido que alguna vez fuimos. Cuando yo era niña, a pesar de que trataba de demostrar una personalidad muy segura de mí misma ante los demás, pasé años guardándome muchas cosas negativas, ya fuera por las burlas que en determinado momento recibí en el colegio o por las comparaciones que yo misma hacía con otras personas que me rodeaban.
Hace varios años tuve problemas digestivos y visité a una doctora especialista en homeopatía. A modo de resumen, tras una larga conversación que tuvimos en ese encuentro, llegué a la conclusión de que mis malestares se debían a problemas con mis emociones y a sucesos que viví durante mi niñez, adolescencia y juventud que aún no había soltado. Fue duro entender que llevaba años queriendo salvar a los demás en vez de preocuparme por mí misma.
Con esto no estoy diciendo que debemos pensar solo en nosotros mismos, sino que, en muchas ocasiones, sin darnos cuenta, nos dejamos en el último lugar de prioridades, cuando la realidad es que debemos cuidar nuestro corazón, mente, alma y cuerpo, y amarnos en todo momento para encontrar el equilibrio perfecto que como seres humanos necesitamos. En mi caso, quizá sea el tuyo también, los traumas que sufrí desde niña, quise compensarlos protegiendo a otras personas.
Sé que muchas personas, tanto hombres como mujeres, no tuvieron la oportunidad de tener un padre o una madre, por lo que su niñez, adolescencia y juventud quizá fueron más difíciles. Sin embargo, quiero que sepas que Dios también es nuestro Padre Celestial y nos ama sin condiciones. En Él podemos encontrar con creces el amor que nunca hemos recibido en el mundo, el amor más puro y honesto, porque nos ve como verdaderamente somos y no como nosotros o alguien más puede vernos.
Si quieres instruirte más en este tema, te invito a leer mi segundo libro Mírate bonita, mírate feliz. Una invitación a descubrir quién eres, el cual lancé oficialmente a finales de 2021. En él abordo de forma más profunda, entre otros temas, todo lo relacionado a la identidad, la cual es fundamental para vivir bien, y cómo lo que vivimos en el pasado puede marcar nuestro presente. Consíguelo en la librería de Casa de Dios o a través de Amazon.
¡Que Dios te bendiga y te dé la libertad que necesitas para vivir feliz y en paz!