Hace unas semanas, con mucho pesar en su rostro, se me acercó una persona y me confesó que se sentía decepcionada porque estando ya a las puertas del último semestre del año no lograría cumplir ni la mitad de las metas que se propuso en enero. La realidad es que casi todos iniciamos un nuevo año o una nueva temporada con metas y objetivos claros por cumplir porque somos soñadores por naturaleza. Sin embargo, a menudo sucede que con el paso de los meses nos damos cuenta de que nos faltó tiempo, esfuerzo y empeño para cumplirlos, por lo que nos damos por vencidos.
Para que nuestros sueños se hagan realidad debemos ser disciplinados, obedientes y constantes, ya que es la única manera de alcanzar grandes resultados. Aunque en el camino fallemos y debamos reajustarnos, realizar cambios o empezar de nuevo, lo más importante es no rendirnos. La Palabra nos enseña que Dios hace todo nuevo, lo cual aplica hasta para nuestras metas, nuestro llamado y nuestros dones, por lo que, si abandonaste algo que tanto anhelabas, cree que Él lo hará todo nuevo para que continúes y llegues a la meta.
Como hijos de Dios debemos entender que cuando nuestros sueños se cumplen conforme a Su perfecta voluntad, ellos mismos se convierten en un reflejo de Su gloria; pero cuando intentamos realizarlos a nuestra manera, corremos el riesgo de que la atención se centre en nosotros y no en Aquel que los hizo posible. En ocasiones, Él nos guía por un camino que nos hace pensar que nuestros sueños nunca se cumplirán, para que cuando sucedan no dudemos de quién los orquestó.
Cuando reconocemos que nuestro Padre Celestial hace las cosas nuevas y que todo lo que nos sucede se da en el tiempo perfecto es cuando aprendemos a descansar en Él, lo cual nos llena de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Como seres humanos con talentos y capacidades brillantes debemos ser valientes y esforzarnos cada día para alcanzar nuestras metas y obtener todo aquello que Dios ya nos prometió. Encontrar el balance es la clave.
Todos tenemos talentos especiales que nos diferencian del resto y que debemos explotar para el cumplimiento de nuestros objetivos y del plan de Dios para nosotros; sin embargo, podemos obtener aún más, tan solo debemos pedírselo en oración con fe activa. Te animo a que, en lugar de dudar si alcanzarás todas tus metas antes de que finalice 2025, le pidas al Señor que te guíe y te dé un nuevo enfoque para no desistir. Asimismo, pídele todo aquello que anhelas, ya que Su Palabra nos invita a pedirle con confianza y humildad porque Sus recursos sin ilimitados para todos los que creemos en Su inmenso poder.
Este es un buen momento para confiar plenamente en Su soberanía. ¡Que Dios te bendiga!