¿Te ha pasado que en algún momento de ansiedad o nervios sientes dificultad para respirar? Sentir que no te llega el aire a los pulmones es algo verdaderamente horrible que a muchísimas personas nos ha sucedido por determinadas situaciones que no siempre tienen que ver con una condición física o de salud. La respiración es una habilidad que adquirimos desde que nacemos, pues inmediatamente después del parto comenzamos a utilizar los pulmones.
Sabemos que la respiración es vital para vivir, pero muchos desconocen que está ligada a las emociones. Respirar de manera correcta produce paz, bienestar, serenidad y hasta placidez; por el contrario, cuando se nos dificulta hacerlo, sentimos desesperación, opresión, asfixia y muchísima ansiedad; lo que, sin duda alguna, genera debilidad.
Es muy cierto que hay circunstancias que provocan que se nos corte la respiración y que nos dificultan guardar la calma. Quiero decirte que es normal y que es una reacción que como seres humanos tenemos al encontrarnos en adversidad, pero es una situación que sí se puede alivianar. Cuando algo así me sucede, me ha funcionado orar, recordar todo lo que Dios ha hecho por mí, meditar en Sus proezas y confiar en Él.
Debemos tener presente en todo momento que Dios es el dueño del aire y que nuestro aliento viene de Él, por lo que no está condicionado a las distintas situaciones que vivimos. Por supuesto que cuando sentimos que nos falta el aire no es fácil, pero hacer una pausa para reconectarnos es indispensable en esos momentos para continuar.
La vida me ha enseñado que nos hundimos más cuando nos enfocamos en la tormenta y le damos paso al miedo, en lugar de verla como un obstáculo que podremos superar. El primer factor que nos hace dejar de respirar es concentrarnos en aquello que nos quita la respiración, puesto que nos dejamos sumergir por el temor que nos genera determinada situación y nos desenfocamos de lo que Dios ya nos prometió.
¡Ten cuidado! Porque a veces la falta de aire nos presenta las soluciones momentáneas y sin propósito que el mundo ofrece, las cuales nos llenan de comodidad porque nos hacen sentir que respiramos de nuevo; pero conforme marcha el tiempo nos damos cuenta de que todo vuelve a ser como antes. Recuerda que cuando llevamos una vida en Dios, tarde o temprano las cargas se vuelven menos pesadas, los problemas se vuelven más ligeros y no perdemos el aliento.
Si te sientes identificada con mis palabras y justo en este momento sientes que te falta el aire a causa de la opresión, el agobio, el temor o la ansiedad, pídele a Dios que deposite en tu vida Su soplo de aire, el cual te llenará de paz y vida. Este es un buen momento para que le entregues el control de tu alma, pensamientos, emociones y respiración. ¡Todo pasará y mejores tiempos vendrán!