Seamos de bendición para el prójimo

Seamos de bendición para el prójimo

La Palabra de Dios nos enseña que más bienaventurado es dar que recibir, lo que quiere decir que, tanto la generosidad como dar sin esperar nada a cambio, es sumamente importante en la vida de todo creyente. Para que recibamos las bendiciones que Él tiene para nosotros, debemos estar listos y dispuestos para darle a las personas que amamos y a los que nos rodean, sin tomar en consideración qué tanto los conocemos, ya que Su gracia sobrenatural rodea a quienes dan constantemente.

He conocido a muchas personas a las que les cuesta demasiado dar o soltar más de lo que prevén, sin embargo, la Biblia nos da a conocer múltiples historias en las que, a los que deciden dar sin sentirlo como una carga, Dios les multiplica en abundancia. En el Antiguo Testamento, Él puso a disposición de Su pueblo todas sus bendiciones para que las compartieran con las naciones vecinas, es una historia maravillosa que nos muestra que extenderle la mano al prójimo y ser de bendición para otros es una de las actitudes que Él desea que tengamos.

Si en algún momento te resistes a dar, trae a tu mente y corazón que Dios nos amó primero y sin condición, al punto que dio a Su hijo por amor a nosotros y para otorgarnos el acceso a la vida eterna. Así que, cuando damos, imitamos ese tremendo amor y le demostramos nuestro agradecimiento por todo lo que hemos recibido. Además, el acto de dar es la base para que, como seres humanos imperfectos, nos desprendamos del egoísmo y nos centremos en las necesidades del prójimo.

En esta temporada del año, muchas empresas, fundaciones, organizaciones sin fines de lucro, iglesias y distintos grupos suelen unir esfuerzos para ayudar a quienes más lo necesitan, por lo que es el momento oportuno para que formes parte de un proyecto de este tipo, sabiendo que son acciones que nos acercan mucho más a Dios. El mundo está lleno de necesidad y carece de amor, así que tú puedes marcar la diferencia y bendecir a otros, solo deja que Él te use.

Recuerda que la acción de dar no se limita únicamente a dinero, también puedes dar compartiendo tiempo de calidad con otros, utilizando las habilidades y talentos que Dios te dio para ayudar, orando e intercediendo constantemente por las necesidades del prójimo y perdonando para liberar cargas de amargura y resentimiento, entre muchas otras. Lo más importante es que cuando des lo hagas con amor, fe y esperanza, sin esperar algo a cambio.

Oro para que el Señor ponga en tu corazón el anhelo de darle al prójimo y que puedes ser de mucha bendición para todas las personas que te rodean. Declaro que, a través de tu entrega, la mía y la de todos los que lo reconocemos solo a Él como nuestro único Señor y Salvador, nuestra sociedad comenzará a cambiar de forma positiva. No hay nada más lindo y satisfactorio que ayudar a quien lo necesita y compartir un poco de lo mucho que tenemos. ¡Bendiciones!