A pesar de que todos los seres humanos poseemos la capacidad de interactuar unos con otros, en ocasiones se nos dificulta vivir en paz y armonía. Los problemas con el cónyuge, los hijos o algún amigo nos desestabilizan mucho más de lo que crees. Es por ello que es importante aprender a resolver conflictos sin importar su magnitud.
En la vida siempre nos toparemos con momentos de alegría, de preocupación y de tristeza, por lo que previo a resolver los distintos problemas que se presentan en el diario vivir es necesario que establezcamos prioridades. Primero debemos atender los conflictos matrimoniales, luego los que puedan existir con los hijos y después los que surjan con el resto de familiares y amigos.
Aunque algo nos moleste, para resolver conflictos de forma eficiente debemos quitarnos las ganas de pelear porque es una postura que nos desgasta y nos impide gozar la vida. Es de sabios dominar el temperamento y el enojo porque esos sentimientos abren la puerta a las tentaciones de la ofensa, la arrogancia y la falta de perdón, entre otros.
Considero que a nadie le gusta estar en contienda con ninguna persona, por lo que no veo necesario engrandecer los conflictos con malas actitudes. Lo mejor que podemos hacer es evitar los extremos, controlar el enojo, dialogar y resolver lo más rápido posible. Para lograrlo es vital que aprendamos a reconocer nuestros límites y establecer alarmas que nos indiquen en qué momento detenernos.
Dios es el mejor ejemplo que tenemos de moderación en momentos de conflicto. La Palabra dice que Él se enoja, pero pronto se le pasa porque Su amor es más grande que Su enojo. ¡Imitemos esa forma de vivir! No permitas que un problema, por más pequeño o grande que sea, se convierta en tropiezo en tu vida.
Las palabras tienen poder, así que también es importante saber cuándo hablar y cuándo callar. Que tu boca sirva para dar respuestas amables y no groseras que le echen más leña al fuego, ya que el Señor también nos ha dado la capacidad para bendecir a través de lo que decimos. Dicen que callar es de sabios y entendidos, así que procura escuchar y comunicarte de forma asertiva siempre.
El Señor anhela que vivamos en paz y que disfrutemos de las bendiciones que día a día nos da. Es un gran regalo del cielo disfrutar de la vida con quienes Él ha puesto a nuestro lado, así que si sientes que has perdido tiempo en mantener vivo el enojo por situaciones que has vivido, ¡no es tarde para cambiarlo y restaurar tu vida y tus relaciones! No te rindas y demuestra fuerza y carácter para resolver conflictos y para sanar heridas.
Recuerda que la Palabra de Dios es la mejor guía para resolver cualquier conflicto y vivir en paz con quienes te rodean. ¡Aprovéchala!