¡Que el miedo no te paralice!

¡Que el miedo no te paralice!

¿Cuántas veces te has llenado de miedo y aun así te has aventado al agua? Creo que todas, en diferentes etapas de la vida, tenemos que pasar por ese incómodo momento de enfrentar adversidades o situaciones que nos desafían.

Hace 38 años Dios puso en mí el anhelo de servirle y tiempo después me llevó a creer en la visión que le dio a mi esposo de hacer discípulos a los guatemaltecos a través del ministerio de Casa de Dios. Así empezó una vida maravillosa que no significa que haya sido fácil, pues ha tenido sus momentos que me han desafiado.

Siempre tengo presente que voluntariamente decidí servirle al Señor como agradecimiento por lo que Él ha hecho en mi vida, así he podido hacer cosas que nunca imaginé. 

Admiro a las personas que tienen la habilidad para predicar o pararse en una plataforma a compartir frente a muchas personas con toda naturalidad. Yo no soñé con hacerlo, pero gracias al Modelo de Jesús que se diseñó en Casa de Dios para discipular a las personas tuve que perder el miedo para predicar la Palabra. Dios me llevó poco a poco a adquirir confianza y entender que era necesario que las mujeres empezaran a compartir sobre las bondades del Padre.

La obediencia al Señor me llevó a prepararme y fue así como luego de predicar en un grupo en casa, en un retiro o en un discipulado pude hacerlo en la iglesia, en congresos locales e internacionales a donde el Señor me ha llevado.

Con la guianza de Dios he podido ganar mis propias batallas y quitarme las etiquetas por ser la esposa de un pastor reconocido o la madre de unos hijos que también son destacados en lo que hacen. Créanme que no me quejo. El Señor ha caminado conmigo en este proceso y me ha fortalecido para tomar mi lugar dentro del ministerio. Con los dones que Él ha depositado en mí pude iniciar el ministerio de intercesión en 2004 y desde entonces se ha formado un ejército de personas dispuestas a interceder por otros.

¿Qué quiero enseñarte con esto? Que tú tienes algo muy valioso que puedes poner al servicio del Señor con lo que puedes bendecir a otras personas. No menosprecies tu llamado ni tus talentos, ya que en las manos de Dios todo se multiplica. Puedes empezar con cosas pequeñas que después te llevarán a hacer cosas grandes. Lo importante es que el miedo no te paralice.

Por supuesto que se presentarán infinidad de desafíos, pero recuerda que si Dios está contigo, todo es posible. La oportunidad más grande de mi vida fue recibir al Señor en mi corazón y ahí empezó mi historia. ¿Qué tal si empiezas a escribir la tuya?