¡Pongámonos de acuerdo!

¡Pongámonos de acuerdo!

A lo largo de nuestra vida tenemos que aprender a establecer acuerdos en todas las áreas. Esto no es nada sencillo y en realidad es todo un arte.

En casa, los papás nos decían: “Pónganse de acuerdo entre ustedes”, y ahí empezaban nuestros talentos para negociar con los hermanos. Este recurso también lo aplicamos con nuestros hijos para que ellos experimenten la importancia de establecer una adecuada comunicación y que aprendan a ceder por el bien común. Eso de “Pónganse de acuerdo para ver qué programa quieren ver” en realidad es un gran reto que saca las mejores cualidades de cada uno.

Llegar a acuerdos es un ejercicio que parece estar presente en aspectos personales, laborales y familiares. Por ejemplo, cuando establecemos los términos del matrimonio o cuando iniciamos una empresa con un socio afirmamos estar de acuerdo con las condiciones laborales de la organización al firmar el contrato laboral. Accedemos a los términos para el alquiler de la casa. Incluso los términos de un divorcio están sujetos a un acuerdo, ¡y no se diga la custodia de los hijos!

Cuando defines con tu esposo qué desean lograr como pareja, qué están dispuestos a hacer el uno por el otro o cómo educar a sus hijos estableces los acuerdos más trascendentes de tu vida. La unidad en el matrimonio propicia cosas importantes en el cielo. Es lo que vemos en Mateo 18:19: “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”.

¿Por qué propósitos estás orando? ¿Cuánto tiempo dedicas a orar? ¿Alguna vez has orado junto a tu esposo? ¿Te has puesto de acuerdo con él para orar por algo específico? Este pequeño versículo no habla del tiempo que debemos pasar orando sino de unirnos para pedir lo mismo. Ahí está el poder del matrimonio: donde hay dos personas que están unidas pidiendo por sueños en común.

Platica con tu esposo y establece los acuerdos necesarios para que juntos dirijan sus peticiones al Señor y provoquen que Dios responda. Pídele al Padre como Jesús enseñó: con toda la confianza con la que te gustaría que tus hijos acudan a ti para pedirte que los ayudes a cumplir sus sueños, no solo a salir de sus problemas.

Créeme que he visto el poder de esta unidad para clamar. En el Ministerio de Intercesión he constatado que Dios desata milagros aquí en la tierra. Ahora también lo veo en el Call Center de oración, donde el intercesor hace equipo con quien llama para orar por algo específico. Ambos se ponen de acuerdo para orar porque se cumpla. ¡Así es como te invito a que busques a quien te pueda acompañar para clamar por ese anhelo de tu corazón!