¿Te has sentido agobiada en estas semanas en las que hemos tenido que permanecer mucho tiempo en casa? Esta situación es nueva para muchas mujeres que no habían vivido un toque de queda ni habían pasado tanto tiempo atendiendo a su esposo, ayudando a sus hijos, realizando los quehaceres del hogar y, para las que trabajan, trabajando de manera remota.
Todas las personas —incluso las que consideran que la paciencia es una de sus principales virtudes— tienen un límite. Quizá en este momento sientes que ya llegaste a él. Sin embargo, quiero decirte que tenemos un recurso de supervivencia enorme: la Palabra de Dios. Este es el momento de acudir a ella y de caminar por fe. ¿Es difícil? ¡Claro que lo es! Pero el Señor puso en nosotras lo necesario para lograrlo.
Pero siendo las que llenamos de ánimo, energía y balance el hogar es necesario que nos dediquemos tiempo para ir a buscar el consuelo, la paz y la fuerza en el regazo del Padre Celestial por medio de la oración. Es la única manera de no explotar con la familia, de no derrumbarnos o perder la fe. Este es el mejor tiempo para orar, declarar la Palabra de Dios, recordar Sus promesas y tener la convicción de que esto pasará y nada nos faltará mientras dure.
A lo mejor estés pensando que tu situación es muy compleja y que yo no la conozco, pero te puedo decir que he visto a Dios responder muchísimas oraciones, por eso sé que para Él no hay imposibles. Además, Él sí conoce lo que estás pasando, porque de una u otra manera todas estamos librando nuestras propias batallas.
En la vida pasamos momentos adversos y aunque te alcancen las olas, el viento y los momentos de dificultad no decaigas. Muchas veces la vida nos presiona para que actuemos y acudamos a nuestro Señor, que siempre cuida de nosotras. Dios te formó para ser madre, así que, aunque haya cansancio, créele y confíale porque Sus planes son perfectos.
No sé si el mejor horario sea en la madrugada, en la noche o al medio día. Lo importante es que lo conviertas en un hábito y aunque las primeras veces no “sientas” nada, no te desanimes. Llora, alaba, habla y lee la Biblia, pues poco a poco empezarás a experimentar consuelo, paz y tranquilidad. Permite que sea un hábito y verás cómo tu corazón y tu vida serán transformados. Recuerda que el secreto de la vida pública es el tiempo que pases en secreto hablando con Dios, ya que ahí es en donde obtienes la habilidad, fuerza, ánimo y astucia para seguir adelante y para recibir la paz que necesitas.
Lo mejor de todo es que Dios nos espera como somos: mujeres imperfectas, con mil sentimientos y emociones un tanto alborotadas, pero muy necesitadas de Su amor. ¡Inténtalo!