La reportera estadounidense, Pam Brown, dijo una frase que resume la transformación que el amor paternal genera: “Los papás son los hombres más comunes y corrientes convertidos por el amor en héroes, aventureros, narradores de historias y cantantes”. La paternidad cambia a los hombres de formas extraordinarias, pues el amor que llegan a sentir por sus hijos es tan grande que se convierten en personas que hacen cosas fuera de lo común con tal de verlos felices, plenos y a salvo.
A lo largo de la vida, he sido testigo del impacto silencioso, pero extremadamente profundo, que tienen los padres en la vida de sus hijos. Muchos hombres han tenido que aprender a ser padres sin haber tenido un modelo en sus hogares, pero tomados de la mano de Dios han decidido ser esa figura amorosa, firme y segura que sus pequeños necesitan para crecer. Esta actitud es de valientes y muy admirable, ya que prevalece el deseo sincero de dar lo mejor de sí mismos.
Tengo la bendición de estar rodeada de grandes padres que primero son grandes hijos de Dios. Mi esposo, Cash, ha sido un padre magnífico que ha dado lo mejor de sí mismo para ser el ejemplo que sus hijos han necesitado en todo momento. He visto cómo, de la mano de Dios, ha evolucionado como papá, por lo que siempre agradezco contar con su apoyo y oro para que podamos disfrutarlo muchos años más, aunque nuestros hijos ya están grandes. Por otro lado, mis hijos, Cashito y Juan Diego, quienes ya son padres, han sido intencionales en criar a sus pequeños conforme a la Palabra, lo cual admiro muchísimo.
No existe un manual sobre cómo educar a los hijos, que tanto padres como madres deban seguir al pie de la letra, porque todas las familias y personas son diferentes. Sin embargo, en la Biblia encontramos la guía perfecta para ser nuestra mejor versión y guiarlos para que se conviertan en hombres y mujeres de bien. Por supuesto, sobre la tierra nunca seremos perfectos, como seres humanos, siempre tendremos aciertos y desaciertos, pero tomados de Su mano y con una buena actitud, cada situación se convierte en un aprendizaje.
Mi padre, desde hace muchos años, descansa en la presencia del Señor. Aunque no todas las temporadas fueron buenas, sé que se esforzó por darnos lo mejor a mis hermanos y a mí. Él fue responsable en todo el sentido de la palabra, así que agradezco haber sido su hija y haber aprendido de él. Si aún tienes a tu padre, aunque atraviesen adversidades o no estés de acuerdo con todo lo que hace o dice, hónralo y disfruta tiempo de calidad a su lado porque la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Aunque faltan algunos días para celebrar el Día del Padre en Guatemala, aprovecho este espacio para honrar a todos los padres de familia que han asumido su rol con amor, entrega, paciencia, dedicación y orgullo. Ser papá no es solo proveer al hogar, corregir actitudes o guiar por el buen camino, sino que también es abrazar, escuchar y sonreír a pesar de las dificultades del día a día.
Que Dios los bendiga y les permita seguir criando y disfrutando uno de los regalos más bellos que Él nos dio: los hijos. ¡Felicidades!