Mi esposo, Cash, siempre ha dicho una frase respecto a ser padre que me encanta: “Ser papá es un trabajo que no tiene jubilación”. Y es que aunque los hijos se independicen, formen una familia y se conviertan en padres, no por eso dejan de ser hijos.
Con mi padre, mi esposo y mis hijos varones que ya son padres he visto que su fortaleza no proviene de fuerza física y que, como cualquier ser humano imperfecto, cometen errores a diario. Sin embargo, siempre buscan la manera de ser mejores cada día. Yo siempre he admirado el esfuerzo enorme que hacen por sostener a sus familias, pues es una tarea bastante difícil que ellos llevan a cabo con tal de ver bien a los suyos.
Lo lindo de la paternidad es que durante la crianza de los hijos los padres se topan con varias etapas que dejan muchísimas enseñanzas: empiezan como cuidadores (cuando los hijos son bebés), luego pasan a ser “policías” (cuando los hijos son niños), después se vuelven entrenadores (cuando los hijos son adolescentes) y finalizan como consultores (cuando los hijos se independizan). Lo impresionante es que sin importar la fase en la que ellos se encuentren siempre necesitarán de sus papás.
Dios me premió con un magnífico, divertido y ejemplar esposo que desde que se convirtió en padre ha sido el mejor que ha podido ser. Sin lugar a dudas, su legado con mis dos hijos varones, Cashito y Juan Diego, ha trascendido generaciones, puesto que ellos también están realizando un maravilloso papel con mis amados nietos.
Estoy completamente segura de que uno de los grandes anhelos que mi esposo ha tenido desde que se convirtió en padre es que a nuestros hijos les vaya bien en todo lo que hagan y emprendan. Es por ello que siempre se ha enfocado en guiarlos a través de su ejemplo, el cual los ha formado mucho más que las palabras. ¡Agradezco tanto esto!
Mi padre —como muchos otros padres— cometió varios errores durante el tiempo que Dios le otorgó al lado de su familia, pero también fue un hombre esforzado que proveyó al hogar, ya que bajo su protección nunca nos faltó nada. A pesar de sus imperfecciones siempre busqué la manera de honrarlo en vida y en todo momento le pedí a Dios por su salvación. Si eres hija y aún tienes a tu padre, aunque no haya sido el mejor, aprovecha cada instante a su lado, pues Su Palabra dice que honrarlos es garantía para que a los hijos les vaya bien.
Mi deseo para los padres en su día es que entiendan la paternidad del Señor y que reconozcan quiénes son en Él, ya que solo así comenzarán a ver la vida de otra forma. Continúen bendiciendo a sus hijos enseñándoles los principios de vida que todas las personas hemos aprendido de nuestro Padre Celestial.
¡Felicidades a todos los padres y muchas bendiciones en su día! Que Dios los colme de sabiduría, fuerza y amor.