Nuestro mayor recurso es la fe

Nuestro mayor recurso es la fe

La Biblia nos enseña que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Como creyentes, es el mayor recurso que tenemos para realizar todo aquello que consideramos imposible. Cuando la activamos y la usamos para todo, dejemos de temerle a la falta de recursos porque sabemos que todo lo que tenemos proviene del Señor. Nuestra familia, apellidos, influencia en la sociedad, recursos, economía o nuestros títulos universitarios no son indispensables para realizar proezas, sino que únicamente nuestra fe.

Como seres humanos, en ocasiones nos preguntamos por qué el Señor no aparece cuando más lo necesitamos, olvidando que Él necesita de hombres y mujeres que le crean para que se manifieste. Nosotros, a través de nuestra fe, provocamos que sucedan milagros, así que, cuando estés en un hospital, en medio de una situación de peligro o en necesidad, no te quedes esperando a que Él haga algo, sino que provoca la manifestación de Su gran poder mediante tu fe.

La vida está llena de retos y complicaciones que debemos superar y resolver. Las Escrituras nos enseñan que nuestra fe será probada en una o varias ocasiones de una u otra forma. Esto quiere decir que cada prueba no es un castigo, sino que una oportunidad para fortalecer nuestra fe, pulir nuestro carácter y prepararnos para lo que viene. Nada de lo que nos sucede es en vano, así que, si estás experimentando un momento difícil, alégrate en medio de la prueba, ya que la forma en la que lo enfrentes determinará la manifestación de Su poder sobre ti.

La Biblia nos narra que Pedro perdió toda una noche de trabajo sin lograr pescar nada. Muchas veces pensamos que por trabajar duro todo saldrá bien y ponemos la confianza en nuestras fuerzas o circunstancias, cuando en realidad debería estar en la Palabra de Dios y en Sus promesas, las cuales son eternas. Cuando atravieses una crisis, no te rindas, por el contrario, levántate, confía una vez más y sigue desarrollando tu fe para que los milagros sucedan. Te aseguro que Él nunca dejará de sorprenderte porque conoce los anhelos de tu corazón y te ama como nadie más lo hace.

Por supuesto, es difícil no preocuparnos al momento de experimentar problemas, pero en esos instantes es cuando debemos manifestarle a Dios nuestras peticiones, con el fin de soltar todo afán y ansiedad. Recuerda, la Palabra de Dios sigue vigente, aunque nuestras circunstancias cambian Él es nuestro proveedor eterno. Cuando descargamos en Él nuestras necesidades, recibimos la paz que sobrepasa cualquier adversidad. Cuando tenemos fe y trabajamos diariamente en desarrollarla, creemos ciegamente que Él tiene preparadas cosas buenas para nuestro futuro.

¡Usa ese recurso que tienes para vencer los afanes de la vida y cumplir con tu propósito!