Tantos años en el ministerio me han enseñado muchas cosas, pero la principal y una de las más importantes, es el poder que tiene la intercesión en la vida de los creyentes. Desde que iniciamos el Ministerio de intercesión de Casa de Dios hemos sido testigos de los milagros que han ocurrido en la vida de personas que se han puesto a la brecha delante del Señor por sus vidas, sus familias, sus iglesias y las naciones.
Como lo he mencionado en otras ocasiones, el Ministerio de intercesión de la iglesia nació hace más de 18 años con el principal propósito de instruir a más personas para que se pongan a la brecha delante de nuestro amado Dios por distintas necesidades. En este tiempo, junto al equipo de este ministerio, hemos sido intencionales en promover la oración, la intercesión y la adoración como la forma de relación y comunicación más íntima y efectiva con nuestro Padre.
En este contexto, hace unas semanas, desde el Ministerio de intercesión graduamos a la primera promoción de niños intercesores. Fue un momento sumamente gratificante que llenó mi corazón de alegría y regocijo porque nunca imaginé ver a tantos niños dispuestos a seguir los pasos de sus abuelos y sus padres en orar, interceder, clamar, adorar y creer por mejores estilos de vida, familias, iglesias y sociedades.
Fue tan emotivo ver a estos pequeños —que son el futuro del país y de los hogares— desarrollar y ejercitar su fe en las distintas áreas de sus vidas. Quizá pienses que aún son muy jovencitos para atravesar tribulaciones o tener la capacidad de interceder, pero no porque el Señor nos da la autoridad a todos, sin importante nuestra edad, de creer por algo mejor para luego poder testificar lo que Él ha hecho en nosotros. Esto lo logramos principalmente a través de la fe, de la oración y de la intercesión constante y real.
Doy gracias a Dios por el equipo tan maravilloso que tengo en el Ministerio de intercesión, quienes día a día trabajan para que más personas desarrollen su fe por medio de la oración y la intercesión; y por los abuelos y padres de familia que han sido disciplinados en enseñarles a los niños el valor de hablar con Dios.
Animo a todos los abuelos y padres de familia que creen en el poder de la intercesión a que sigan sembrando fruto en los pequeños de sus hogares y que continúen enseñándoles a buscar primero el reino de Dios y Su justicia. Nunca olvides que la Palabra nos enseña que la oración y la intercesión resultan efectivas si las hacemos con un corazón sincero, con fe y confiando plenamente en que Él nos concederá todo lo que pedimos. ¡Dios te bendiga!