A lo largo de mi vida, he aprendido que absolutamente todo es posible para el que cree y honra al Señor, obedece Sus instrucciones e intercede por otros para que reciban el milagro que tanto anhelan. Como pastora y líder espiritual he sido testigo de grandes milagros de sanidad que Él ha hecho en miles de personas que le han pedido y creído con fe activa, sin importante la circunstancia que atraviesan.
Recientemente, para celebrar la resurrección de Jesucristo, en Casa de Dios –la iglesia que presido junto a mi esposo Cash Luna–, realizamos un servicio especial de sanidad y milagros, mediante el cual, el Señor nos demostró una vez más Su gran poder al sanar a mujeres y hombres de distintas enfermedades. Asimismo, en las Noches de Gloria y las reuniones de sanidad que constantemente realizamos, hemos visto milagros impresionante que son manifestaciones de Su poder.
La Biblia nos enseña que Dios nos trae sanidad, medicina, paz y verdad. Para recibir un milagro debemos acercarnos a Él con humildad porque Santiago 4:6 asegura que Él resiste a los soberbios y le da gracia a los humildes, así que debemos presentarnos ante Él con respeto, sabiendo que somos seres humanos necesitados que conocemos Su amor y deseo de ayudarnos en todo momento.
El mismo Jesús padeció en la cruz del Calvario para darnos sanidad, ya que Su voluntad es que seamos sanos del alma y del cuerpo. Es importante tener en mente que, cuando recibimos sanidad, debemos escuchar y ser obedientes a las instrucciones que Él nos da. Para recibir ese milagro de sanidad que tanto anhelamos debemos creer que Él sí quiere sanarnos y obedecer Sus instrucciones.
Mateo 8:5-10 nos narra el milagro de sanidad que recibió el siervo del centurión, quien demostró tener tanta fe que Jesús lo sanó en el momento. En las cruzadas de sanidad de Casa de Dios, hemos visto a muchísimas personas llegar con ropa de otros para que oremos por ellos. Al principio sentía extraño imponer manos sobre algo y no sobre alguien, pero luego, al escuchar los testimonios, me di cuenta de que la distancia no tiene relación con lo que Dios quiere obrar en Sus hijos.
Sin duda alguna, el Señor desea usarnos para obrar en otros, es por ello que nos da el poder y autoridad para hacerlo a través de la imposición de manos y la intercesión. Oro para que seas un instrumento de Él en la Tierra y que proclames sanidad para tu cuerpo y para quien lo necesite. La sanidad es una orden que se da con autoridad, así que convéncete de que Él desea usarte para sanar a otros. Nunca dejes de creer que Él hará el milagro en tu vida y en la de tus seres queridos. ¡Que Dios te bendiga!