Cada nuevo año, como seres humanos, solemos plantearnos metas y objetivos que deseamos cumplir en los diferentes ámbitos de nuestra vida. Me parece una práctica fundamental, pues en el contexto personal nos dan sentido de dirección, nos ayudan a enfocar nuestro ánimo y energías, nos motivan a actuar y nos ayudan a crecer como personas; mientras que en el espiritual nos ayudan a fortalecer nuestra fe y relación con Dios, y a vivir conforme a Su perfecta voluntad.
Sin duda, cada inicio de un nuevo año es una oportunidad para empezar de cero, reflexionar sobre nuestra vida y establecer metas y propósitos que nos ayuden a crecer como personas y como creyentes en Dios. Personalmente me encanta anotar lo que deseo cumplir a lo largo del año, a puño y letra en una agenda, o en las notas de mi teléfono celular, para tenerlo siempre a la mano, no olvidarlo y trabajar duro para cumplirlo.
Por supuesto que no todas las metas y propósitos son iguales, ya que algunas son más importantes que otros. Por ello debemos elegir y enfocarnos en los que sean más significativos y nos ayuden a alcanzar nuestro máximo potencial. De igual forma, no te enfoques en lo que los demás se plantean porque, aunque fuimos creados a imagen y semejanza de nuestro amado Dios, absolutamente todos somos diferentes, con dones y talentos distintos que debemos explotar en determinados momentos para Su gloria y honra.
En la Biblia encontramos varios ejemplos de personas que establecieron metas y propósitos que les ayudaron a cumplir el plan de Dios para sus vidas. Por ejemplo, José se planteó la meta de servir a Dios y al rey de Egipto, lo que le llevó a convertirse en un líder poderoso que salvó a su pueblo de la hambruna. Por otro lado, David tuvo la meta de ser un buen rey para Israel, lo que le llevó a ser un hombre justo y sabio.
Al momento de que establezcas metas y propósitos, es importante que tomes en cuenta ciertos aspectos que te ayudarán a mantenerte enfocado, motivado y animado durante el proceso: que sean realistas y alcanzables, que sean específicos y que sean compartidos con el prójimo. No importa si en algún momento sientes que no lograrás algo que te propusiste, lo que vale es que te esfuerces y no decaigas ante las adversidades, pues no hay nada más satisfactorio que cumplir lo que nos trazamos en determinado momento.
En este año que recién iniciamos te animo a tomar un momento para plantear y redactar tus metas y propósitos para los próximos meses, pues es una herramienta poderosa que nos ayuda a crecer en casi todos los ámbitos de nuestra vida. Recuerda que cuando establecemos objetivos que están alineados a nuestros valores humanos y creencias cristianas podemos cumplir el plan de Dios en nuestra vida. ¡Que Dios te bendiga!