Normalmente cuando estamos por tomar decisiones importantes, como hijas de Dios acudimos a Él para que nos guíe a tomar la mejor. Estoy segura de que la mayoría de las personas en más de alguna ocasión hemos dudado de lo que recibimos, pues no sabemos con exactitud si viene de Él. Hay quienes dicen que no es bueno pedirle señales o confirmaciones a Dios, pero yo soy fiel creyente de que en ocasiones sí necesitamos confirmar que es Él quien nos habla, y eso no tiene nada de malo.
¿Qué tipo de señal necesitas en este momento? Sea cual sea, ten la completa seguridad y certeza de que Dios te contestará. Eso sí: tienes que estar atenta y pedirle que también afine y abra tus sentidos para que sepas que es Él quien te habla. Como seres humanos cometemos el error de afanarnos por cómo nos gustaría que Él nos responda, sin pensar en qué es lo mejor para nuestra vida. Es por ello que debemos confiar solo en Él.
Varias veces le he pedido señales a Dios y en casi todas me ha respondido contrariamente a lo que yo he querido porque Su respuesta siempre traerá desafíos y más trabajo, ya que sabe que somos seres resilientes. Por otro lado, es importante saber que Dios también puede pedirnos señales para saber si seremos obedientes a Su llamado. Esa es una de Sus formas de ponernos a prueba.
Antes de pedir una señal debemos tener en cuenta cuatro aspectos fundamentales: 1. Sí puedes pedirle señales a Dios. No está mal hacerlo de vez en cuando, aunque, por supuesto, nunca olvides que también debemos vivir por fe. 2. Sus señales normalmente llegan en momentos de desesperación. 3. La mayoría de las veces, Sus señales confirman lo que ya decidimos que queremos. 4. Cada señal debería comprobarse y someterse a las enseñanzas de Su Palabra.
Si estás segura de que los frutos de tus decisiones serán edificación, prosperidad y paz, ¡no esperes señales! Dios se moverá contigo y te respaldará en todo momento. Si Él ya prometió que serás de bendición, créelo; si ya te mostró que viene una prueba difícil, confía en que te dará la estrategia para vencer. Si aún sientes en tu corazón dudas sobre algo en específico, presentante delante de Él y dile que eres Su pueblo y que ya no puedes continuar con la aflicción de no saber qué decisión tomar. Él te dará la convicción que necesitas cuando surja esa comunicación de dos vías que tanto le agrada.
El llamado de Dios para cada uno es claro. Estoy segura de que Él está levantando a miles de hombres y mujeres de todo el mundo para clamar, orar e interceder; para que así Su gloria se manifieste en la Tierra. Convéncete de que tu vida tiene un enorme propósito y un llamado específico: llevar luz, salvación, paz y sabiduría a quienes lo necesitan.