La Semana Santa es la fiesta cristiana que nos recuerda los últimos momentos de Jesucristo en la Tierra: la pasión, la muerte y la resurrección. Esta celebración tan importante es la más grande del cristianismo porque Jesús venció la muerte en la cruz del Calvario para otorgarnos salvación y libertad. A pesar de ello, tuvo que atravesar situaciones duras y llenas de dolor durante los momentos que transcurrieron de la crucifixión a la resurrección.
Para que algún día podamos ver la gloria de Dios debemos atravesar procesos que no podemos evitar. Así como la resurrección de Cristo fue necesaria para nuestra salvación, también era necesario que Él fuera entregado para que pudiera resucitar al tercer día. Por esta razón no permitas que el luto de una pérdida te quite la esperanza de ver cumplidas Sus promesas, ni que la oscuridad de un momento te quite la ilusión de ver la luz.
Para que haya resurrección antes tuvo que haber muerte. Nuestra sanidad, perdón de pecados y salvación no serían posibles sin el enorme sacrificio de Jesús en la cruz. Es importante mencionar que ese proceso también fue necesario para que muchas personas creyeran en Él y en Sus milagros.
Como seres humanos, solemos temerle a la muerte. Sin importar nuestra religión, creencias o cultura, es natural que nos cause cierto miedo pensar en el día en que nuestro cuerpo deje de funcionar. Sin embargo, la Biblia nos enseña que Dios creó la vida, pero inherente a ella dejó también el concepto de la muerte cuando le dijo a Adán que podía comer del fruto de todos los árboles del Edén, excepto del árbol del bien y del mal, pues de lo contrario moriría.
En ese momento la humanidad ya tenía una vida eterna asegurada, pero cuando Adán y Eva desobedecieron y comieron del fruto prohibido le dieron poder a la muerte. El pecado de la rebelión de ellos fue lo que nos alejó de Dios y le entregó a la muerte ese poder sobre nuestra vida. Por ello, para librarnos de esa condición fue necesario que viniera Jesús hecho hombre para morir como tal, cargando nuestros pecados y resucitando al tercer día.
Cuando Jesús venció a la muerte lo que hizo fue quitarle el poder que tenía sobre nuestra vida de tenernos cautivos y alejados de Dios. Ten en mente que absolutamente todos moriremos algún día, pero si creemos y confesamos con nuestra boca que Jesús resucitó, seremos salvos y accederemos a la vida eterna.
Creer en la resurrección de Cristo es lo que nos permite obtener la salvación. El pecado es el acta que le da derecho a la muerte a condenar nuestra vida, pero Jesús con Su sacrificio la anuló. En estos días en los que conmemoramos ese sacrificio, graba en tu mente que el acceso que tenemos a la vida eterna, a la libertad, a la salvación y a los milagros, es gracias a la resurrección. ¡Que Dios te bendiga!