La oración es una experiencia íntima y profunda capaz de cambiar vidas. La Palabra nos dice en Hebreos 4:16 que para acercarnos a Dios debemos hacerlo confiadamente si queremos alcanzar gracia, misericordia y socorro. Muchas veces por no tener esa confianza no nos acercamos y esto se convierte en un desafío para nuestro corazón y nuestra mente.
Hablar con Dios y orar trae transformación. Mi esposo, en su libro En honor al Espíritu Santo, hace una comparación entre los versículos Salmos 139:13 y Mateo 6:6, y nos enseña que en lo oculto fuimos formados todos los seres humanos. Por eso nuestro lugar de oración debe ser como el vientre de una madre para buscarlo íntimamente y ser transformadas.
La historia del predicador chino, Watchman Lee, me impresiona muchísimo. Él escribió y habló bastante sobre la oración y cuando murió las personas se sorprendieron al descubrir que sus rodillas estaban gruesas y ásperas como las de un elefante por haber pasado horas y horas en oración ante la presencia del Señor. ¡Wow! Sin duda es algo que no se adquiere fácilmente.
¿Cómo están tus rodillas en este momento? ¿Como las de un elefante o todavía suaves y tersas como las de un bebé? La Palabra de Dios dice que cerremos la puerta, que nos metamos en intimidad con Él y que nos tomemos tiempo para estar en Su presencia porque las necesidades no se resuelven con oraciones rápidas.
Para que comiencen a ocurrir milagros en tu vida debes orar en todo momento y sin desmayar en un espacio a puerta cerrada, de forma que te aísles de absolutamente todo, para que permanezcas a solas con el Señor. Por experiencia propia te puedo decir que es una práctica única, lindísima e imprescindible para todas las que creemos en el poder de Dios.
Las revelaciones más importantes son dadas en oración y en intimidad. Quienes no quieren entrar en la presencia de Dios para ser corregidas, descubiertas y transformadas no podrán ser usadas para transformar a otras personas. ¡Debemos estar dispuestos a pasar por este proceso! Aprovecha cada segundo de vida exaltando, alabando, bendiciendo y permaneciendo en intimidad con Dios; de esta forma lograrás hacer oraciones efectivas que cambiarán tu vida.
Como hijas de Dios estamos habilitadas para pedirle que nos haga justicia, que conceda los deseos de nuestro corazón y satisfaga nuestras necesidades; así que date la oportunidad de tener esa experiencia única e íntima con Él para que tu corazón y mente sean transformados en Su gran amor. Mientras más practiques este proceso, más rápido se hará parte de tu vida.