La importancia de proteger el corazón

La importancia de proteger el corazón

La Palabra, en Proverbios, nos invita a proteger nuestro corazón porque de él mana la vida. Vivimos en un mundo que constantemente busca nuestra atención y afectos, ya que estamos rodeados de mensajes, relaciones y experiencias que pueden moldear lo que sentimos y pensamos. El corazón humano, entendido como el centro de nuestras emociones, pensamientos y decisiones, es el que determina la dirección de nuestra vida. Lo que permitimos que entre en él: rencor, miedo, amor, esperanza o fe, tiene un impacto profundo en quiénes somos y en cómo vivimos.

Proteger el corazón no significa cerrarlo o endurecerlo, sino que, más bien, ser intencionales con lo que dejamos entrar. Por ello, es sumamente importante que pongamos límites saludables, que nos nutramos de lo que nos edifica y que nos alejemos de lo que nos contamina. Por supuesto que es difícil, sobre todo cuando decimos sí a todo con el fin de pertenecer a un grupo, pero debemos pedirle al Señor que nos ayude a tomar buenas decisiones en todo momento y a cuidar lo que vemos, escuchamos y creemos.

Cuando guardamos el corazón con mucho cuidado y amor, sabiendo que es la ventana del alma, cultivamos una fuente limpia desde la cual fluirá vida, paz y propósito. Piensa en algo que te gusta y valoras muchísimo, y en el trato que le das día a día; quizá tengas un bello jardín que constantemente podas y riegas para que dé fruto y flora, o tengas alguna colección visible de algo en particular que seguido limpias para que se mantenga reluciente. De esa misma forma debemos velar por nuestro interior para reflejar el amor de Dios y cumplir con nuestro propósito en la Tierra.

El Señor toca nuestros corazones, transforma nuestro interior y renueva cada partícula de nuestro ser si se lo permitimos. Este es un buen momento para que analices tu interior, busques Su presencia para descubrir por qué piensas y sientes cosas negativas. Muchas veces sucede porque conectamos nuestro corazón con nuestra mente y dejamos que nos domine. Recuerda que si tienes malos pensamientos, tendrás malos sentimientos y llenarás tu corazón de amargura, pero si estás lleno de Su amor y promesas, nada te turbará y podrás compartir toda esa bendición con quienes te rodean.

¡Protege tu corazón! Procura llenarlo solamente de cosas positivas y buenas porque es como una caja fuerte donde se guarda solamente lo más preciado y valioso. Ya no pierdas tiempo en llenarlo de resentimiento y dolor porque son malos sentimientos que limitarán los frutos de tu existencia. De nada sirve que desarrollemos nuestra fe si no se nos presentan pruebas palpables que confirmen la herencia de la salvación que poseemos. Para sentirnos realizados, necesitamos logros que obtendremos con un corazón sano, dispuesto y abierto a Él. Solo donde hay vida hay crecimiento. ¡Bendiciones!