Las Escrituras nos enseñan que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, y con ella somos capaces de mover montañas. Con el paso de los años he aprendido que la fe es el mayor recurso que tenemos en medio de cualquier circunstancia, que es fundamental para realizar lo que en nuestra mente humana creemos imposible y que es lo que provoca milagros en nuestras vidas.
Si desarrollamos una fe inquebrantable, podríamos perderlo absolutamente todo, pero nos mantendríamos creyendo que Dios se manifestará a nuestro favor. A través de Casa de Dios –la iglesia que presido junto a mi esposo–, he conocido a muchísimas personas que han activado su fe y la han usado en cada etapa de sus vidas, lo que las ha ayudado a perderle el miedo a la falta de recursos porque saben que todo proviene de Él. Qué lindo es saber que solo la fe nos hace realizar proezas.
Cuando estamos pasando por momentos verdaderamente difíciles, como seres humanos solemos preguntarnos por qué Dios no aparece y nos ayuda a cambiar la situación, olvidándonos por completo de que Él necesita hombres y mujeres que le crean en todo tiempo y en medio de cualquier adversidad para que se manifieste. Si de algo estoy segura es de que no debemos sentarnos a esperar a que Él haga algo, sino que debemos provocar la perfecta manifestación de Su poder a través de nuestra fe.
La realidad es que la vida está llena de constantes retos que debemos superar. La misma Biblia nos relata distintas situaciones que muchos de nuestros antepasados tuvieron que atravesar, una de ellas, que a mí me impacta mucho, es cuando Dios envió a Moisés ante el faraón, quien endureció su corazón. Tenemos que entender que nuestra fe, de una u otra forma, siempre será probada, así que, si en este momento estás experimentando un tiempo difícil, alégrate en medio del mismo porque la forma en la que lo enfrentes determinará la manifestación del poder de Dios sobre tu vida.
Por supuesto que es casi imposible no preocuparnos en medio de un problema; sin embargo, debemos manifestarle a Dios todas nuestras peticiones para soltar el afán y la ansiedad. Por experiencia propia te digo que, cuando descargamos cada una de nuestras necesidades en Él, recibimos la paz que sobrepasa nuestro entendimiento y cualquier adversidad. Recuerda que Su Palabra no cambia aunque nuestras circunstancias sí lo hagan, así que cree en ella en todo momento, pues es la base para desarrollar aún más nuestra fe.
Oro para que creas firmemente en que Dios tiene preparadas cosas buenas para tu futuro y para que tu fe sea más grande cada día. Es tiempo de creer en Él y de confiar plenamente en Sus promesas, pues tarde o temprano se cumplirán. ¡Que Dios te bendiga!