La corona de los abuelos

La corona de los abuelos

Hoy, 26 de julio, en Guatemala (y en otros países de Iberoamérica) se celebra el Día nacional del abuelo. Ya tengo varios años de celebrarlo, puesto que tengo la bendición de ser abuela de seis hermosos nietos: Darisse, Thiago, José Juan, Samuel, Stella y María Emilia, a quienes amo con todo mi corazón. Siempre escuché a abuelos decir que esa etapa de la vida era fascinante, pero nunca imaginé disfrutarla de la forma en que lo hago. ¡Realmente me encanta ser abuela!

En varias ocasiones he expresado lo agradecida que me siento con el Señor porque me ha honrado como mujer, hija, hermana, esposa, madre, líder y también abuela. Puedo decir alegremente que ser nona (abuela en italiano, como me llaman todos mis nietecitos) es una gran bendición y una experiencia inolvidable que se goza al máximo, puesto que nuestra tarea ya no es educarlos y formarlos en valores, sino aconsejarlos y disfrutarlos.

Debo decir que, ver la inocencia, nobleza y desinterés de mis nietos, quienes aún son niños, constantemente me hace pensar en la gracia, perfección e inmenso amor de Dios. Cada uno, con sus ocurrencias y forma de ser tan diferente —pues unos son más cariñosos, otros más enojados y otros más chistosos— me han enseñado muchísimo más de lo que ellos mismos imaginan. Me llena el corazón reconocer que todos reflejan la misericordia y el amor de Dios.

Le pido a Él que me regale más años de vida para verlos crecer, graduarse, alcanzar todos los objetivos que se propongan e, incluso, verlos formar sus propias familias, tal como me sucedió con mis hijos. Verlos jugar, explorar, investigar, reír y llorar me hace recordar la niñez de mis hijos y hasta la mía, por lo que estoy sumamente agradecida con el Señor por permitirnos vivir diferentes etapas, ya que cada una cumple un propósito en nuestra vida.

Hay una porción de la Biblia que dice que los nietos son la corona de los abuelos, una declaración que me encanta porque ellos son el reflejo y multiplicación del amor de los cónyuges. Hoy, en este día tan especial, quiero felicitar a todas las mujeres y hombres que tienen la dicha de ser abuelos. Le pido a Dios que los siga iluminando y que les dé la energía necesaria para que sus descendientes los disfruten y aprendan de ellos.

Si aún no tienes nietos, déjame decirte que si el Señor te lo permite, cuando suceda, jugarás un papel muy importante e influyente en sus vidas, puesto que Su llegada a este mundo hace que los abuelos rejuvenezcamos al adquirir un nuevo rol: proveer afecto, contar historias y consentir con regalos, tiempo de calidad y muchísimo amor.

¡Gracias a Dios por los nietos!