Hace ya varios años, durante un viaje que realicé con mi esposo, el Señor me enseñó que mediante nuestro testimonio podemos impactar en gran manera las vidas de millones de personas. Fuimos creados a Su perfecta imagen y semejanza, por lo que somos seres únicos con grandes riquezas, dones y talentos, capaces de atravesar buenos y malos momentos, los cuales forman parte de lo que somos.
Un testimonio es el relato de primera mano de alguien que da fe acerca de un suceso, acontecimiento o periodo de tiempo que ha vivido. No se trata de una herramienta exclusivamente espiritual y, de hecho, también es usada en los medios de comunicación, en el derecho penal y hasta en la literatura. La primera vez que subí a un púlpito fue para testificar cómo había sido mi vida antes y después de conocer a Dios y descubrir mi detonante infinito.
En el ámbito religioso, un testimonio nos ayuda a exponer la veracidad del poder de Dios y lo determinante que Él puede llegar a ser para nuestra vida. Precisamente eso fue lo que compartí aquella mañana de domingo de 2001 cuando subí por primera vez a un púlpito: cómo Dios se había convertido en mi detonante infinito a través de algunos sucesos específicos que me han formado en la mujer que hoy soy.
Asimismo, un testimonio es dar evidencias y obtener pruebas acerca de algo. No existen las historias grandes ni pequeñas, ya que todas tienen cierto grado de importancia y de impacto, así que, si sabes que viviste algo que puede ayudar al prójimo con lo que actualmente está atravesando, háblale de tu testimonio. Además, reconoce en todo momento que caminar con Dios es maravilloso y que, a pesar de creerle en todo tiempo, siempre habrá luchas, pero Él nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante.
Te animo a que reconozcas el poder de tu testimonio, ya que traerá un sinfín de beneficios, tales como reconocer el amor y dedicación de parte de Dios para tu vida, ser mucho más agradecido, aprovechar cada instante para servirle única y exclusivamente a Él, y convertirte en un agente de cambio al compartir Su Palabra con todas las personas que te rodean. Ten siempre en mente que con lo que tú has vivido, lo cual no te lo quita nadie, podrás impactar y ayudar a muchos más.
Así como tú puedes ministrar el corazón de muchas almas a través de tu testimonio, tú también puedes ser impactado con la historia de alguien más. Oro para que los distintos testimonios sean de utilidad para demostrarte cómo una persona puede llegar a ser transformada cuando conoce a Dios, que nada es imposible para Él y que la percepción que tienes de ti mismo es fundamental para sanar cualquier herida. ¡Que Dios te bendiga!