El amor es un sentimiento que nos completa, nos alegra y nos da energía para convivir, comunicarnos y crear. La amistad es una especial expresión de amor y afecto desinteresado, recíproco y mutuo. ¿Qué sería de la vida sin el amor y la amistad? ¡Yo no me la puedo ni imaginar! Incluso amar a Dios por sobre todas las cosas y amar al prójimo son fundamentos de la vida cristiana.
La Biblia nos cuenta varias historias de amistades, pero hay una en particular sobre dos mujeres de las que he aprendido muchísimo: la de María y Elisabet. Ellas fueron mujeres privilegiadas que compartieron la bendición de vivir experiencias sobrenaturales.
La primera fue madre del Salvador mientras que la segunda de Juan el Bautista, tal como Isaías lo profetizó. Las dos compartieron secretos porque lo que les sucedió no lo podían hablar con nadie más. Se desahogaban entre ellas mismas. Sin duda este gran acontecimiento las convirtió en íntimas amigas. ¿Tienes amigas a las que les puedes confiar todo lo que te sucede? ¿Qué sería de tu vida sin ellas?
María y Elisabet formaron un equipo, se apoyaron, no eran celosas, no competían, no se envidiaban nada. Sabían que lo depositado en su ser era sobrenatural y tenían conocimiento de Dios que, en su momento, compartieron con el resto del mundo. Definitivamente su historia es un gran ejemplo para quienes buscamos cultivar grandes amistades.
Yo me siento agradecida porque Dios me ha rodeado de muy buenas amistades a quienes acudo en los buenos y en los no tan buenos momentos. También mi esposo ha sido un gran amigo, pues nos cruzamos desde muy jóvenes y nos apoyamos en nuestro llamado.
Estoy convencida de que las personas que Dios pone a nuestro alrededor cumplen su propósito en nuestra vida. Yo le entregué mi vida a Dios gracias a la insistencia de una amiga a quien yo solía llamar la “evangélica cuadrada”. Su amistad cambió mi vida porque todo lo que soy y he logrado se lo debo a su fidelidad y persistencia en llevarme a los brazos del Señor y sembrar Palabra en mi corazón. Ella fue paciente y su amor dio grandes frutos, así que toma esta historia como ejemplo para que no te rindas en mostrarle a tus amistades las bendiciones de nuestro.
Para fortalecer nuestras relaciones de amistad y cariño es vital que seamos constantes, discretas, respetuosas y prudentes, tal como lo fueron María y Elisabet, quienes además tuvieron fe y fueron valientes en aceptar su llamado. Hoy es un buen día para que le agradezcas al Señor la oportunidad que te da de amar y de ser amada por las buenas y grandes amistades que ha puesto en tu vida. ¡Aprende a ser buena amiga y te aseguro que serás correspondida!
Compárteme el nombre de tu amiga, aquella mujer por la que estás orando. Oro para que pronto ella pueda recibir ese milagro.