La época navideña es una de las más lindas del año. Considero que a casi todas las personas nos alegra y llena el corazón ver las calles, los espacios públicos y los hogares decorados con árboles, luces, nacimientos, villas, esferas, inflables y demás ornamentos icónicos de la temporada. Sin embargo, muchos olvidan el verdadero significado de esta importante celebración: el nacimiento de Jesús, quien es el regalo más grande que Dios nos dio, ya que Su vida es la promesa de salvación y redención para la nuestra.
Otra de las tradiciones de la temporada que me encanta, además de la deliciosa comida, son los convivios, pues no hay nada más agradable que compartir un buen momento con las personas que amamos y darles un regalo que elegimos con mucho amor, pensando específicamente en ellas. No obstante, aunque celebremos y nos divirtamos, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia debemos olvidar que Jesús es la razón de la festividad y el único que merece nuestra gloria, honra y adoración por todo lo que ha hecho por amor a nosotros.
Siempre he dicho que esta es la época idónea para compartir el amor de Dios con todos los que nos rodean, el cual, sin lugar a dudas, es el mejor regalo que podemos darles. Por supuesto que es muy lindo dar y recibir regalos materiales, así que si tienes la oportunidad de bendecir a alguien de esta forma, hazlo, pero debemos tener en mente que la mayoría de veces, la felicidad la encontramos en la simplicidad.
Justamente hoy conmemoramos la Navidad, la celebración del nacimiento del Salvador, aquel que vino al mundo a traer esperanza, paz y salvación a todos los que creemos en Él. Mi deseo es que en este día tan especial les regales a tus seres queridos amor, armonía y buena voluntad, tres ingredientes que lo cambian todo para bien, con el propósito de que reinen en sus hogares en todo momento. Recuerda que el regalo más bello e importante que Dios nos dio es Jesús, ya que Él lo entregó para que la humanidad recibiera salvación, y el regalo del Hijo para nosotros es el Espíritu Santo, quien nos otorga dones específicos para cada quien.
Te invito a reflexionar por un momento en el significado profundo de la Navidad, la cual no es solo una festividad, sino que un recordatorio del amor incondicional e inmenso de Dios hacia nosotros. Siempre he dicho que el nacimiento de Jesús en el pesebre es la manifestación más grande de la misericordia divina, que puede transformar hasta los rincones más oscuros de nuestras vidas.
Que la paz de Jesús inunde tu corazón y mente, y que en este día en el que celebramos Su nacimiento, seas testigo de la transformación que solo Él puede traer. ¡Feliz y bendecida Navidad!