La familia es la base de la sociedad y una institución fundamental para el desarrollo de todos los seres humanos. Aunque no existe familia perfecta y en la mayoría siempre surgen problemas de distinta índole, es importante que cuidemos la comunicación y el trato que le damos a cada persona que conforma nuestro círculo familiar, ya que es una de las maneras de reflejar los dones del fruto del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
No hay nada más bello en la vida que vivir el amor de forma recíproca y en la familia no es la excepción. Por eso es importante aprender a aceptar y amar a cada integrante de nuestra familia, devolverles el amor que ellos nos dan. La familia es el primer lugar en donde aprendemos a amar y a ser amados, y es lo que nos da un sentido de pertenencia que nos hace percibir todos los días que formamos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos.
Me siento sumamente agradecida por la familia que Dios me dio. A pesar de todos los errores que hemos cometido en lo individual —porque no dejamos de ser humanos—, hemos aprendido a filtrar nuestras palabras en Él para que de nuestra boca jamás salgan palabras hirientes o inadecuadas, sino que, por el contrario, aunque estemos en medio de una adversidad o enojo, nos edifiquemos en todo momento. Asimismo, el amor que nos demostramos y damos a diario ha sido la base para superar cada obstáculo y seguir adelante. Sin duda, mi familia ha sido mi fortaleza en los momentos difíciles en los que más los he necesitado.
Quizá en este momento no tengas comunicación con alguien de tu familia por algún problema que tuvieron y que aún no han podido resolver; o quizá simplemente no te relacionas con tu núcleo familiar porque entre ustedes no ha habido reciprocidad; sin embargo, si alguno de estos fuera tu caso, te animo a que no permitas más que el enemigo te siga alejando de las personas que Dios puso a tu alrededor para crecer, fructificar y llenarte de amor, pues son ellos quienes te acompañarán en todas las facetas de tu vida.
Del mismo modo, si tu núcleo familiar ya partió de esta Tierra no estás solo ya que el amor de Dios reina y gobierna en tu vida siempre y jamás te abandonará. Seguramente tienes otros familiares o amigos cercanos que se vuelven familia a quienes puedes seguirles dando todo el amor, apoyo y ánimos que hay en tu corazón. Recuerda que la Palabra es clara al decirnos que la familia no se abandona, así que, en estas últimas semanas del año aprovecha cada instante para demostrarle a tus familiares, con hechos y palabras, cuánto los amas.
¡Qué Dios te bendiga!