El amor tiene infinidad de formas de expresarse y como seres humanos debemos aprender a comprenderlas porque todos somos diferentes. A veces sucede que el modo en el que la persona que amamos demuestra su amor no se parece para nada al nuestro, lo que nos lleva a pensar que el sentimiento no es recíproco.
En la década de 1990, Gary Chapman, pastor, consejero matrimonial y escritor estadounidense, publicó un hermoso libro titulado Los cinco lenguajes del amor, que, resumidamente, enseña a comprender mucho mejor la dimensión del amor y las formas de expresarlo y de recibirlo. Si no lo has leído, seguramente has escuchado a alguien hablar sobre dichos lenguajes: contacto físico, palabras de afirmación, tiempo de calidad, regalos y actos de servicio.
Es necesario que entendamos que el amor debe expresarse y que amar es un verbo al que, si no le ponemos una acción, puede convertirse en un sentimiento superficial. Todas las personas tenemos la gran necesidad de sentirnos amadas, pero esto implica acciones de ambas partes. Las mujeres comúnmente nos enfocamos mucho más en el amor que recibimos que en el que damos, lo que muchas veces desencadena conflictos. Para evitarlos debemos estar dispuestas a recibir todas las expresiones de amor, aunque no sean de nuestro mismo lenguaje al amar.
Hay quienes creen que el amor es solo decir varios “te amo” al día, publicar fotografías en redes sociales o escribir cartas. Por supuesto que son importantes muestras de afecto, pero no se puede englobar el amor únicamente en eso ya que va mucho más allá de las simples expresiones. A mis 36 años de matrimonio he aprendido que sin entrega no hay amor y que ese sentimiento involucra responsabilidad y acción.
Por otro lado, es importante resaltar que en toda relación de noviazgo y conyugal siempre surgen dificultades que como pareja debemos afrontar y sobrepasar, ya que el amor también se puede distorsionar. Cuando no aceptamos que la otra persona es distinta a nosotros, esto puede traer un daño que con facilidad puede volver tóxica nuestra relación.
¡Cuida el amor que das y el que recibes! Todas las relaciones y muestras de amor son diferentes: hay algunas sanas y duraderas que se basan en el respeto mutuo y la intencionalidad, mientras que hay otras complicadas que se fundamentan en el deseo, en la necesidad de control y en los celos. En la actualidad muchas relaciones, al no tener bases sólidas, caen en esos juegos que pueden ser peligrosos para cualquier persona.
Si consideras que estás dentro de una relación tóxica, ora y entrégale al Señor tanto tu vida como la de tu pareja; y si es Su voluntad que sigan juntos, Él moldeará sus corazones. Lo bueno es que todo lo tóxico tiene su propio antídoto: el amor, el cariño y las acciones que lo demuestren; por lo que, de Su mano, y demostrando el amor que sienten, todo marchará correctamente.
Asimismo, aunque conozcas los principales lenguajes de amor de tu pareja y los tuyos, no se cierren solo a ellos. Todos podemos dar y recibir amor de muchísimas formas.