La Semana Santa es la fiesta cristiana que nos recuerda los últimos momentos de Jesucristo en la Tierra: la pasión, la muerte y la resurrección. Esta celebración tan importante para millones de personas es la más grande del cristianismo porque Jesús venció la muerte en la cruz del Calvario para otorgarnos salvación y libertad. A pesar de ello, tuvo que atravesar situaciones sumamente difíciles y llenas de dolor durante los momentos que transcurrieron de la crucifixión a la resurrección.
En ocasiones, no dimensionamos el gran sacrificio de Jesús por amor a nosotros y obediencia a Dios porque nuestra mente humana es escasa. Su muerte en la cruz del Calvario nos otorgó la salvación y la libertad, y Su resurrección demostró Su victoria sobre la muerte y el pecado. En esta Semana Santa, es importante que nos tomemos el tiempo para reflexionar sobre lo que hizo por la humanidad para que entendamos en su justa dimensión lo que verdaderamente representa para nosotros.
Cuando conocemos al Señor y decidimos entregarle nuestra vida, automáticamente nuestros pecados son perdonados y experimentamos la unción del Espíritu Santo. Este momento tan trascendental en la vida de todo creyente es inolvidable porque marca nuestro corazón y nos da una nueva perspectiva de Él. La Palabra nos enseña que cuando Jesús resucitó al tercer día y su cuerpo fue glorificado, el significado de vida de muchas personas cambió, ya que esa resurrección era la garantía de que todos resucitaríamos, tal como Él lo hizo.
Es maravilloso saber que, como creyentes, en la resurrección encontramos la esperanza que necesitamos para vivir, ya que nos ofrece consuelo en medio de las tribulaciones, las pérdidas y las dificultades, y nos da propósito porque nos recuerda que la muerte carnal no es el fin. Luego de tanto dolor, Su resurrección también nos otorgó la certeza de que, tomados de Su mano, viviremos libres de angustias y sufrimiento, porque Él ya pagó el mayor precio por amor a nosotros.
Este es el momento perfecto para celebrar y recordar lo que Jesús hizo por cada uno de nosotros, con el propósito de que el verdadero significado de su muerte y resurrección tenga relevancia. Tenemos que creer con fe activa que, si murió y resucitó, todos los que lo reconocemos como nuestro Padre y Salvador lo haremos junto con Él. ¡Celebramos su victoria ante la muerte! Démosle gracias por Su sacrificio y por la eternidad que viviremos a Su lado, porque solo Él es digno de toda honra y gloria.
La salvación que recibimos cuando lo reconocemos como nuestro Salvador es uno de los beneficios invaluables, pero no olvides los otros: la sanidad, la libertad y mucha bendición. Oro para que el Señor te ayude a asimilar el inmenso amor que siente por ti. Si en este momento estás atravesando alguna enfermedad o una situación de dificultad, dobla tus rodillas, intercede con clamor y abraza la salvación que Jesús pagó por ti. ¡Bendiciones!