A muchísimas mujeres nos encanta aprender acerca del noviazgo, matrimonio y amor porque son áreas de la vida sumamente importantes que pueden marcar nuestro corazón para siempre. Justamente esos temas fueron los que abordamos en la última reunión de mujeres de Casa de Dios que realizamos a inicios de este mes, la cual titulamos “La prueba del amor”, pues reconocemos la necesidad de recibir Palabra y una guía correcta para tomar las mejores decisiones.
Cantares 8:7 dice: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían”. Mi amado esposo Cash y yo escogimos este versículo para colocarlo en nuestras invitaciones de boda porque era muy significativo y expresa lo que desde que nos conocimos hemos sentido el uno por el otro.
Sin duda alguna, luego de más de 38 años de matrimonio, nuestro amor ha crecido y ha madurado; nos respetamos y honramos mutuamente porque el tiempo y lo que hemos vivido y construido juntos nos han fortalecido. No todo ha sido alegría y regocijo, ya que hemos atravesado muchas pruebas, pero las superamos juntos. Dios desea que todos Sus hijos trabajen unidos a sus parejas, ya que el amor cubre multitud de faltas. Tenemos que entender que no es por nuestras fuerzas, sino por las de Él que saldremos adelante en nuestros matrimonios.
La Biblia nos dice que mejores son dos que uno porque tienen mejor paga de su trabajo y que si uno cae, el otro lo levantará. Me encantan esos versos porque nos enseñan que una persona en soledad no puede avanzar de la misma forma que alguien que va acompañado, por eso es que Jesús envió a Sus discípulos en parejas y nos manda a nosotros a buscar cónyuge e iniciar una familia en Su nombre.
Cuando estamos solteros, la autoridad que debemos seguir es la de nuestros padres. Luego, al casarnos, Dios quita esa autoridad y se la da al cónyuge. Por supuesto que debemos continuar honrando y respetando a nuestros padres, pero también tenemos que asumir el nuevo rol que nos da y tener la fortaleza de sujetarnos para convertirnos en esposos y padres de familia. El Señor quiere bendecirnos, ministrarnos, restaurarnos y ayudarnos para que ordenemos nuestros valores, con el fin de transmitírselos correctamente a nuestros hijos.
Te animo a que dejes la indiferencia y que busques de nuevo el compromiso que te une a esa persona especial. También, a que pidas perdón por las ofensas del pasado para iniciar una nueva vida de confianza y compromiso, y a que recibas la guía de Dios que te ayudará a creer en el compromiso de unirse a otra persona y formar un hogar. ¡Debemos darle a la familia el valor que merece y confiar en el Señor, quien nos ayudará a tener un matrimonio exitoso!