El milagro de la sanidad

El milagro de la sanidad

Todos, en algún momento de la vida, hemos sido víctimas de las enfermedades. Así como yo, millones de personas en el mundo han tenido que ser sometidas a cirugías, han soportado dolores incomparables y han permanecido en cama por varios días para recuperar fuerzas y seguir adelante. Por supuesto que hay padecimientos más fuertes que otros, lo que muchas veces hace que algunos duden de Dios.

Sin importante el malestar que estés atravesando en este momento, no dudes del poder ni del amor de Dios. ¿Cómo podríamos dudar de Su amor si fue capaz de entregarse para morir por nosotros? No se trataba solo de salvarnos, sino de redimir nuestra deuda, de pagar por lo que nos correspondía pagar a nosotros. Nadie le quitó la vida, Él la dio por amor, así como desea darnos todo lo demás que nos hace falta.

Tu milagro sucederá, solo debes creerlo y declararlo constantemente. ¿Piensas que Jesús se dejaría latigar y crucificar para ahora decir que no quiere que seas sano? Es como si trabajaras sin descanso y luego tu familia piense que no quieres darles de comer o darles bienestar. Dios quiere, siempre ha querido y siempre querrá verte sano. ¡No lo dudes! Todo es posible para quienes creen de corazón.

Cuando pienso en el milagro que obtuvo la mujer con flujo de sangre, estoy segura de que esos doce años fueron un martirio y que ella necesitó muchísima fortaleza para soportarlo. Esto me lleva a la conclusión de que sí es posible tener fe para aguantar enfermedades y para sanar. Es un buen momento para que desarrolles una fe para superar cualquier padecimiento, no para soportarlo. ¡Que tus dudas no te limiten! Dios anhela tu sanidad y que estés bien en todas las áreas de tu vida, no quiere que seas fuerte para soportar la adversidad, sino que fortalezcas tu fe para creer por tu milagro.

Tenemos la autoridad sobre el enemigo que desea vernos derrotados y el poder para sanar, liberar y bendecir. Tenemos potestad y fuerza, que en el original griego significa tener capacidad de ejecutar cosas sobrenaturales y poder para ejecutar maravillas. Debemos entender que nuestra potestad está por encima de hechiceros, curanderos y brujos, así que no tengas miedo y obra con ese poder que ya nos fue otorgado.

Asimismo, como hijos de Dios tenemos la importante asignación de echar fuera demonios, sanar enfermos, liberar cautivos y anunciar Su reino. Hagámoslo y regocijémonos porque nuestro nombre está escrito en el libro de la vida como hijos y enviados de Dios. ¡Arrebata tu milagro y ora por quienes anhelan recibir el suyo!