Muchos anuncios publicitarios, series y películas suelen pintar a papá como un hombre fuerte y lleno de vitalidad, capaz de llevar en hombros a los hijos y de la mano a la esposa, y no siempre es así. Con mi padre, mi esposo y mis hijos varones que ya son padres, he visto que su fortaleza no proviene solo de la fuerza física y que, como cualquier ser humano, comenten errores. Sin embargo, nunca dejan de aprender, lo que los hace ser mejores cada día.
Aunque es innegable que las madres llevamos un poco de ventaja, ya que al nacer nuestros hijos, ya nos hemos relacionado íntimamente con ellos durante nueve meses, los padres, aunque al inicio no saben muy bien cómo reaccionar, se entregan por completo, especialmente en la lucha por proveer al hogar.
El enorme esfuerzo que hacen los padres por sostener a sus familias es realmente invaluable. Esta tarea es bastante difícil y ellos la hacen sin esperar nada a cambio. Es por ello que como esposas debemos ser agradecidas y transmitirles a nuestros hijos ese mismo sentimiento para que les hagan sentir lo valiosos que son en todo momento.
Me considero una mujer sumamente bendecida. Dios me premió con un esposo extraordinario que desde que se convirtió en padre ha sido ejemplar y como abuelo es único y divertidísimo. Sin lugar a dudas, su legado con mis dos hijos varones, Cashito y Juan Diego, trascenderá generaciones, ya que ellos también están realizando un papel maravilloso con sus pequeños.
Antes de formar una familia tuve un padre que padeció alcoholismo y tuvo sus errores durante el tiempo que Dios le otorgó a nuestro lado, pero que también fue un hombre esforzado y proveedor. Bajo su protección nunca nos faltó nada. Quizá por ser yo una de las menores ya no alcancé a vivir su mejor época, como talvez sí lo hicieron mis hermanos mayores, pero aun así, siempre busqué la manera de honrarlo y llegué a pedirle mucho al Señor por su vida y su salvación.
La Palabra de Dios dice que honrar a los padres es garantía para que a los hijos les vaya bien en la vida. Así que, madres, enséñenles a sus hijos desde pequeños que deben honrarlos a ellos todos los días, sin importar las circunstancias. Lo mejor que podemos hacer es dar amor sin restricciones porque en algún momento todos seremos juzgados por nuestras acciones.
Los hombres, desde el momento en que se convierten en padres, asumen un compromiso que no termina ni siquiera con la muerte porque su imagen perdura durante años. Por eso, como esposa e hija, motivo a los padres para que se siempre se esfuercen por ser dignos ejemplos hasta para los tataranietos. Le pido al Señor que los llene de sabiduría, fuerza y amor para enfrentar los retos y responsabilidades con los hijos que Él les dio.
Cada día, Dios nos llena de Su misericordia, de Su paciencia y de Su gran amor, por lo que este es el momento ideal para que los hijos bendigan a sus padres carnales. No permitan que el tiempo pase y háganlo en vida.
En alguna ocasión mi esposo Cash dijo una frase con la que quiero finalizar: “Ser papá es un trabajo que no tiene jubilación”, así que, gracias por su entrega a todos esos valientes padres. ¡Felicidades y muchas bendiciones en su día!