Aprender a escuchar a las personas cuando nos hablan es uno de los recursos más valiosos y fundamentales para formar buenas relaciones, sin embargo, a muchísimas personas se les dificulta hacerlo. Prestarle atención a las palabras que otros nos expresan también es una forma de tender la mano ya que al escuchar entendemos y al entender logramos brindar la ayuda que puedan requerir de nosotras.
Diariamente convivimos con la familia, amigos y compañeros de trabajo, por lo que pulir el arte de escuchar se convierte en algo esencial para lograr armonía y mejores conexiones con quienes nos rodean. De esta forma, sin darnos cuenta, también hacemos a un lado cualquier sentimiento negativo o de confrontación que pueda presentarse en cualquier momento. Escuchar conscientemente cuando nos hablan también enrique la comunicación interpersonal.
Para saber hablar es precioso saber escuchar. Es transcendental que comencemos esta práctica en casa, con nuestros esposos e hijos, pues ellos son las personas con quienes pasamos la mayor parte del tiempo y con quienes compartimos muchas de las bendiciones de Dios. Al convertirnos en buenas oyentes desarrollamos inteligencia y conocimiento, y Dios nos inyecta más sabiduría para además entender los silencios y el lenguaje corporal.
Por supuesto que no es tan fácil como se lee. En mi caso, cuando alguien me habla, siempre trato de escuchar con atención y de mantener el contacto visual. Esto me permite concentrarme en la conversación para darle continuidad y un fin en lugar de dejarla a medias. Mi consejo, además de aprender a escuchar, es que no interrumpas a las personas cuando te hablen y que siempre respondas a lo que te digan para que se sientan escuchadas y a la vez agradecidas.
Un error que frecuentemente cometemos es responder poniéndonos a nosotras mismas en primer plano: “A mí también me pasó eso”, “Yo hice lo mismo” o “Yo también me siento de esa forma”, ya que se corta la comunicación y la necesidad de la otra persona de ser escuchada. Si te ha pasado inconscientemente, de ahora en adelante trata de seguir las conversaciones para que al momento de que tú necesites ser escuchada suceda con naturalidad.
Es un buen momento para que además de escuchar seas empática con quienes te rodean, así que cuando estés compartiendo tiempo con tu esposo, con tus hijos o con una amiga sé consciente de que todas las personas tienen necesidades y gustos diferentes, pero al escucharlas y entenderlas puedes ser un instrumento de ayuda para su vida. La misma Palabra nos enseña que debemos estar listas para escuchar y lentas para hablar y para enojarnos.
Una vez leí que escuchar los puntos de vista de los demás puede revelar lo único necesario para completar nuestros objetivos, así que enfócate en refinar el arte de escuchar a los demás, el cual también es una señal de buena educación y de respeto.