Conozco a muchísimas personas —sobre todo contemporáneas— que se sienten incómodas cada vez que les preguntan su edad. Hasta la fecha sigo sin entender por qué dicen que es de mala educación preguntarle a una mujer cuántos años tiene, ya que a mí ¡me encanta cumplir años! No por el hecho de agregar un número más a la lista, sino porque durante cada vuelta al sol se cumplen metas y se viven momentos que quedan grabados en el corazón.
Cada 19 de mayo que el Señor me ha permitido vivir es un recordatorio de que sigo aquí y que mi camino continúa, por lo que, desde hace mucho tiempo, cada año me esfuerzo más en llevar a los pies del Señor a quienes aún no lo conocen, en interceder por la familia, la iglesia y la nación, y en vivir conforme a Su voluntad para cumplir el propósito por el cual fui creada.
La auténtica finalidad de la vida es saber vivirla con ilusión y pasión por cumplir todo lo que nos propongamos, ya que dicen que la mejor edad es cuando dejamos de cumplir años y empezamos a cumplir sueños. Por supuesto que a la edad en la que yo me encuentro se vuelven inevitables las arrugas, las canas y uno que otro achaque, sin embargo, he aprendido a amarme y aceptarme en todas las etapas de mi vida, y lo mejor es que cada una me ha dejado enormes aprendizajes que he podido compartir con miles de personas.
Sin duda soy una mujer sumamente bendecida y afortunada por contar con una familia increíble, con salud, con amigos incondicionales, con un trabajo que amo y con un hogar en el que tengo más de lo que necesito. Estoy muy agradecida por todas las muestras de cariño y aprecio que me han llegado a través de llamadas, videollamadas, mensajes de texto y redes sociales, y por los lindos regalos que he recibido. ¡Me siento especial!
Sé que tengo mucho más para dar ya que el Señor me ha llamado a servirle todos los días de mi vida. Seguiré esforzándome para continuar dando frutos y para que la iglesia que presido junto a mi esposo siga impactando la vida de muchas personas. Estoy convencida de que las distintas situaciones que he tenido que vivir no han sido casualidad, pues me han hecho la mujer que soy hoy.
La vida es el regalo más bello que el Señor nos ha dado, así que, cuando te toque cumplir años, en lugar de preocuparte por detener el tiempo enfócate en disfrutar cada instante junto a las personas que amas y desempeñándote con dedicación y felicidad en lo que haces.
A mi familia, a mis amigos y a quienes me acompañan en las plataformas digitales, ¡gracias por celebrarme y bendecirme!